dimarts, 26 de març del 2013

UN POCO DE HISTORIA

Me llamo Carmen Navarro Santamaría, tengo 85 años y 55 años de casada con mi marido  Carlos  Sanz-Daza y  voy a hablaros de mis recuerdos pues hace tiempo que mi hijo y mis sobrinos vienen   pidiéndome que lo haga. Dicen que para ellos estos recuerdos tienen mucho valor y que sería una lástima   que cayeran en el olvido. Creo que tienen razón. Hay tantas y tantas historias interesantes acerca de nuestra familia y la época que nos ha tocado vivir que si no las transmitimos a tiempo  pueden perderse para siempre en el insondable océano del olvido. Me dicen que quieren escribir un libro sobre la familia Navarro-Santamaría. No sé si habrá recuerdos para tanto, pero en fin...vamos a intentarlo. Es una aventura que vale la pena iniciar. Espero que os resulte interesante.

 
FRANCISCA SANTAMARIA CATALÁ
  Mis padres, o si queréis vuestros abuelos e incluso   bisabuelos y tatarabuelos,  si   los que me escucháis sois nietos o sobrinos nietos, fueron Joaquin Navarro Zea y Francisca Santamaría Catalá.

  Cuando echo la vista atrás lo primero que veo es que tanto la vida de mis padres como la nuestra, la de sus hijos Lola, Paquita, Ana, Joaquin, Amparin y yo misma Carmen que soy la cuarta de las hermanas por orden de nacimiento, transcurrió bastante feliz a pesar de las dificultades que nos tocó vivir. Como bien sabréis, por lo que os habrán contado en el colegio  o por lo que habréis podido leer en los libros de historia, aquellos tiempos no fueron precisamente tranquilos sino todo lo contrario una de las épocas más agitadas de la historia de España.

Cuando se conocieron mis padres, España estaba bajo régimen militar, un gobierno formado por el general Miguel Primo de Rivera, quien siendo capitán general de Cataluña había dado un golpe de estado en el año 1923. Espero no alargarme con temas históricos, pero creo que es importante que conozcáis el contexto en que se movía España en ese momento cuando nacimos todos nosotros.

En todas la épocas hay un ir y venir de acontecimientos que nos parecen únicos y pensamos que las cosas serán definitivas, que no van a cambiar, pero cuando pasan tantos años como han pasado desde entonces, nos damos cuenta que muchos acontecimientos son relativos y cada época tiene su afán.

De la misma manera que ocurrió con nosotros, lo que está ocurriendo en este momento os influye e influirá en vuestra vida futura como a nosotros nos  influyeron los acontecimientos de aquel entonces.Cuando seáis mayores veréis a su vez cómo vuestros hijos y nietos inician su viaje por la vida en un mundo tan diferente del actual que os costará creer que sea así. A las personas mayores casi nos da vértigo.

Seguramente os llamará  la atención mucho de lo que voy a contaros, pero pensad que ni nosotros y mucho menos mis pades y mis abuelos hubieramos podido imaginar este mundo moderno en el que ahora vivivos. Por cierto, el  presente  vuelve  a ser una época  agitada y de grandes cambios. Diferentes a los que  nosotros tuvimos que adaptarnos, pero al fin y al cabo cambios, algunos díficiles de comprender hasta que no han pasado muchos años. En realidad esto le ocurrre a cada generación. Esperemos pues que todo sea para  bien..
JOAQUIN NAVARRO  ZEA

Mis padres Joaquin y Francisca  se casaron en 1919 y durante toda la década que vino a continuación  fueron formando su numerosa familia. Entre los años que van de 1920 a 1934 nacimos todos los hermanos.

Eran  los famosos años veinte, del pasado siglo XX, que conocereis por  novelas, películas  y  libros. La economía del país y en general de toda Europa, funcionaba bien y mucha gente parecía ser feliz, por eso se llamó “La belle epoque”.  Por aquella época se puso de moda, no sólo en Valencia sino en todo el mundo, además de la música y la moda en la ropa y la manera de vestir ,  un estilo en la arquitectura y en la decoración que se llamó  modernismo, que refleja claramente el carácter alegre y despreocupado de la gente de  principios del siglo XX.
 
Todavía podéis contemplar en Valencia y otras ciudades de nuestro entorno como  por ejemplo Xátiva, Gandia, Alzira, Torrent etc.  muchos ejemplos de arquitectura modernista. Sin ir más lejos, la casa a la que se trasladaron mis padres a vivir una vez dejamos la vivienda que había adjunta a los locales de la antigua fábrica de licores  "Licores El Duque"  y en la que pasamos la mayor parte de nuestra vida, está considerada en la actualidad de interés arquitectónico.  Este edificio del que os hablo está en la  Avenida del Puerto nº 80      que es la zona de Valencia donde vivieron mis padres y luego  hemos vivido todos nosotros, su hijo e hijas, hasta que nos hicimos mayores y nos casamos. El patio de entrada  conserva todavía su decoración modernista, unos azulejos con motivos ornamentales de pájaros y una escalera con su correspondiente baranda según el gusto de la época. Os recomiendo que si tenéis un rato vayáis un día a verla.

 
Mercado de Colón en Valencia

 







 
Edificio Modernista contruido para Ramón Bigné en  el antiguo barrio de Pescadores de Valencia.  Hoy calle Pérez Pujol nº  5


Cuando se casaron mi padre Joaquin Navarro  y mi madre Francisca Santamaría, mi padre Joaquín Navarro  Zea acababa de cumplir 25 años. Había nacido en Almería  y era hijo de un viticultor llamado también Joaquín Navarro y de su esposa Dolores Zea Albertus. Ellos fueron  mis abuelos por parte paterna, es decir vuestros bisabuelos o tatarabuelos según la edad de quienes me estéis escuchando. Espero que algunos de vosotros se anime a investigar en sus vidas pues apenas sabemos que mis bisabuelos por parte paterna,, es decir los padres de mi abuela Dolores Albertus, eran de origen francés y habían venido a España como consecuencia las muchas revoluciones habidas en Francia durante el siglo XIX.

Se trataba de una familia burguesa de ideas liberales o conservadoras, no lo sabemos bien, que como otros muchos compatriotas vinieron a España huyendo de los cambios políticos revolucionarios que se  sucedían en aquel siglo en  Francia cada pocos años  y  atraídos por las oportunidades de comprar tierras y haciendas en España que, como consecuencia  de  las numerosas desamortizaciones de tierras comunales concejiles, municipales, públicas y del clero  que tuvieron lugar a lo largo de todo el siglo XIX, los precios de las mismas llegaron a ser muy bajos. Mi abuelo Joaquin Navarrro  casó con Dolores Albertus cuyos padres franceses, como digo, habían  comprado tierras en Almería y se habían dedicado al cultivo de la vid , a la producción de vino y a su comercialización en aquella región.

Por otro lado, mi madre Francisca tenía cuando se casó 22 años. Ella era por parte paterna, casualidades de la vida, hija también de una familia dedicada al comercio de vinos y licores, en este caso, de un pequeño pueblo de la comarca de la Vall d'Albaida, lindante con la vecina comarca de la Costera por el sur y con la comarca de la Ribera por el norte, llamado La Pobla del Duc, situado a pocos kilómetros de Xátiva en dirección a Gandía.  Por parte paterna su numerosa familia se apellidaba Santamaría  y entre otras actividades regentaban, en aquell entonces, una posada u hostal en el centro del mismo pueblo. Por parte materna, mi madre pertenecía a  una familia de ganaderos apellidada Català, oriunda también de la Pobla del Duc, que a su vez tuvo relación con la industria del paño que se extendió por la comarca.

Si bien  los  datos sobre las familias de mis abuelos maternos y paternos  hay que rastrearlos en el siglo XIX y como he dicho, os dejo la tarea a los más jóvenes ya que yo no poseo demasiada información, es del siglo XX del que os puedo hablar, porque  este siglo forma parte de mis recuerdos. 

Como había empezado a deciros,  fue durante la segunda década del pasado siglo XX cuando mis padres se conocieron , se enamoraron, se prometieron, vivieron su noviazgo y finalmente se casaron.Sí, por este orden y proceso pues entonces el camino que llevaba al matrimonio pasaba por todas estas etapas de manera muy formal.

Por entonces mis abuelos maternos  Francisco Santamaría y Francisca Català, ya  vivían en Valencia a donde se habían trasladado, procedentes ambos de la Pobla del Duc, de recien casados.  

Según tenemos noticia, el resto de hermanos de mi abuelo se quedaron en La Pobla trabajando las tierras y regentando la pensión y el bar.  Solo él, Francisco Santamría, emigró a Valencia en compañia de mi abuela, a quien ocurrió algo en cierta manera semejante y en cierta manera diferente, pues mi abuela era hija única y consecuentemente el resto de la familia Catalá, es decir mis bisabuelos,  se quedaron  a vivir en la Pobla del Duc,en este caso , como he comentado, con sus negocios de ganado y dedicándose a la industría de la lana y otros menesteres. Tanto el  apellído Catalá  como el apellido Santamaría siguen estando allí,  donde todavía  tenemos, nuestros parientes más lejanos. 
Mi madre,  a sus veinte años (FRANCISCA SANTAMARÍA CATALÁ)

El proceso que llevaba al matrimonio en aquella época era  largo. Se trataba de un asunto  muy serio.No es que hoy día no lo sea, sino que  existía un estilo y una forma de  llevarlo a cabo muy diferente de la actual. Todo estaba establecido y era como un ritual del que que no te podías saltar ninguna norma ni  etapa. Desde el primer contacto, pasando por la promesa que se hacían los novios que ya tenía su importancia social  y en la que ya había intercambio de regalos , y siguiendo con un más o menos prolongado noviazgo que duraba varios años, la petición de mano, etc., hasta la boda, cada paso constituía un importante acontecimiento para las familias a las que pertenecía  tanto el novio como la novia, y también para el pueblo que te rodeaba. Por entonces todo el mundo, en las poblaciones pequeñas  y en los barrios de las ciudades, conocía a sus vecinos y el trato  entre familiares aunque lejanos era frecuente a pesar de la distancia. Hay que tener en cuenta que ir de la Pobla del Duc  a Valencia podía costar casi un día entero. 

Por aquel entonces las familias  tenían mucho de clan, es decir, de ese grupo familiar extenso del que  se formaba parte y con el que te seguías relacionando durante toda la vida. A veces incluso vivían en la misma casa  varias generaciones, por eso, seguro os llama la atención lo grande que eran y aún son  las casas de pueblo de aquellos años que todavía se conservan. Este trato familiar se daba, como he comentado, no sólo con los miembros de la familia sino también entre conocidos de vencidad, incluso, lo que hoy puede parecer extraño, entre propietarios y clientes de comercios, parroquianos de la iglesia a la que  se pertenecía, etc. 

En la zona del principio de la Avda. del Puerto, cerca del actual cruce con Eduardo Boscá y Cardenal Benlloch, fue donde estuvo la  primera fábrica de licores  " Licores  El Duque", propiedad de mis abuelos maternos  y la casa adjunta en la que vivíeron  hasta su muerte. Allí vivieron también mis padres durante algunos años, e incluso algunas de nosotras nacimos allí. Pues bien, entonces aquella zona venía a ser un barrio del extrarradio de Valencia y, como he dicho, el trato vecinal era frecuente. En nuestro caso  hay que añadir el hecho de tener la fábrica  de licores y  la tienda o dispensario de aceites y  vinos con venta al público. Ello hizo que fuéramos en realidad muy conocidos en  aquella zona del principio de  la Avenida del Puerto.


Mañana de mercado
Algunso de los vecinos, generalmente los más próximos, constituían en realidad como una segunda gran familia. ¿ Recordáis los más mayores a  Antonio y Mercedes? Ya os hablaré de ellos pues son  muchas las anécdotas en torno a la ayuda mútua que nos proporcionábamos y a la preocupación de los unos por  los otros era casi lo cotidiano. Era así. Las personas dependíamos unos de los otros, mucho más que ahora. No existía, por ejemplo, un sistema de seguridad social para la sanidad como lo tenemos ahora y cuando se tenían problemas  la familia, incluida la familia extensa  y el vecindario, eran  muy importantes  pues tenías que recurrir a ellos. Existía una especie de red social de relación y ayuda mútua que en la práctica era muy efectiva, pero que hoy ha desaparecido casi por completo.Incluso el dinero, no se pedía siempre a los bancos, sino que circulaba por la familia, e incluso se pedía a conocidos como si  fuera de una forma natural.

 Por otro lado  no existían los medios de comunicación como los entendemos ahora, que nos permiten estar informados de los últimos acontecimientos sin necesidad de hablar con el vecindario. No había televisión y la radio que nació con el siglo XX tardó algún tiempo en comercializarse y  estar a disposición de la gente.Tampoco eran muchos los que sabían leer los periódicos, de manera que la información de lo que ocurría o dejaba de ocurrir en pueblos y barrios iba de boca en boca con mucha rapidez y todo el mundo conocía y se hacía cargo de lo que pasaba a su alrededor.

La  año en que mis abuelos maternos Francisco Santamaría y Francisca Catalá vinieron a vivir a Valencia debió ser el año  1902. Las cosas no iban bien  desde el punto de vista político.  La monarquía de Alfoso XIII daba señales de debilidad y agotamiento. Durante su regencia el partido conservador dirigido por Maura y el partido liberal presidido por Canalejas se habían alternado en el poder sin apenas solucionar los muchos problemas que tenía por aquel entonces España, entre ellos la necesidad urgente que había de modernizar el país.
En lugar de invertir  en mejoras el dinero  en forma de capital  que producía la bonanza económica del aquel principio de siglo XX, España lo gastaba en una larga guerra en  Marruecos  a consecuencia del protectorado que ejercía en aquellas tierras, junto con los franceses. Allí españoles y franceses  explotaban las minas de hierro y fosfatos y ejercían el control militar sobre la zona. Los obreros se oponían a seguir con el protectorado pues suponía la contínua  llamada a filas de jóvenes trabajadores. Al final, aquella oposición derivó en  la llamada “ Semana Trágica en Barcelona” y la preocupación cundió por doquier. Por si era poco, en el otro extremo de Europa en 1917 había triunfado una revolución en Rusia  que instauró un régimen comunista.  Los efectos de aquella revolución que derrocó a los Zare influyó en toda Europa, entre ellos España,  y llevó a plantear profundos cambios  políticos. Como consecuencia de todo ello,  en 1923 el General Primo de Rivera dió un golpe de estado militar y tomó el poder. Esta toma del poder por la fuerza, comprometió a la monarquía de Alfonso XIII quien apoyó el golpe militar, lo que a su vez supuso su propia caída. Fueron pues años de mucha inestabilidad política.


FRANCISCA CATALÁ
LA FAMILIA SANTAMARÍA-CATALÀ
 
Pero  volvamos a la Pobla del Duc, el lugar de donde provienen mis abuelos maternos y donde nació mi madre. Allí tenemos , como os he dicho, todavía algunos familiares. Si algún día recorréis la carretera que va de Xátiva en dirección a Gandía, pasando por Quatretonda i Lluxent  podréis ver  el pueblo a la derecha, y si váis por la carretera que pasa por l'Ollería en dirección también a Gandia, la veréis a la izquierda, a la altura de Beniganim. Son tambien poblaciones de aquella comarca Montaverner y Castelló de Rugat. Pueblos igualmente agrícolas y ganaderos como la Pobla del Duc. Mi  bisabuelo  Francisco Santamaría  recorría con frecuencia aquella comarca para comprar y vender los productos de sus campos, la uva,el aceite y el vino.

El tren que va de Valencia a Alcoy pasa por el término municipal de la Pobla del Duc de manera que desde su construcción en 1851 ha facilitado el comercio en  aquellas comarcas especialmente la Vall d'Albaida y también con la ciudad de Valencia. De hecho, el tren todavía está en servicio aunque no se utiliza ya como transporte de mercancías.  Os invito a que hagáis ese recorrido que tantas veces hicimos nosotros en nuestra infancia. Es un viaje muy bonito, en especial cuando el tren deja la estación de Xativa y se introduce por aquellos desfiladeros tan estrechos en  los que parece que el tren va a rozar con las montañas. El ferrocarril fue el transporte preferente que usábamos para ir desde Valencia a la Pobla, cosa que hacíamos todos los años en dos ocasiones, con motivo de las fiestas de finales de verano dedicadas a la Divina Aurora y con motivo de las fiestas patronales del Santo Cristo de l ' Empara que se celebraban y continúan celebrándose. Esta última tiene lugar en pleno invierno,  cada once de enero, cerca de la fiesta de San Antonio abad , fiesta  muy popular y también invernal que se celebra en el resto de los pueblos de la comarca . 

El útlimo año que dejamos de ir a las fiestas de la Pobla del Duc fue en 1965  debido a que mi padre se puso enfermo. Fué la última ocasión en que fué cofrade en las fistas patronales del Santo Cristo de l'Empara. Pero antes de esa fecha, como digo, habíamos ido prácticamente todos los años. Una vez dejamos de ir, sólo volvimos años más tarde cuando se casaron mis primos segundos , ____________y ___________, sobrinos de mi madre. Esto fue en el año 1970. A partir de entonces el contacto que había sido tan intenso cuando éramos pequeñas, se fue perdiendo poco a poco.

La Pobla del Duc está situada sobre un plano de tierras blaquecinas, aptas para el cultivo de árboles frutales y vid. Ya entonces  la base de su economía eran los productos de la agricultura aunque menos diversificados que hoy en día:  frutales, olivos y  vid. Por otro lado,  existía una industria artesanal de la pasa  y  de la lana. Actividad a la que se dedicó, como he comentado, la familia de mis abuelos maternos. Los productos se elaboraban e intercambiaban por la comarca  o  llegaban al puerto de Gandía para ser embarcados hacia otras ciudades españolas. Igualmente existía un comercio más o menos regular con la ciudad de Valencia donde los productos de la Pobla del Duc eran bien acogidos.

Cuando vemos esas antiguas fotografias grises en las que los campesinos acompañan  su carros tirados por mulas y las calles aparecen, sin asfalto,  llenas de barro  nos da la sensación de que eran tiempos de mucha pobreza; pero no siempre fue así. La gente vivía de otra manera, con secillez pero no les faltaba lo básico para vivir que era en realidad a lo que se aspiraba. Se trabajaba manualmente y se hacían muchas cosas en familia de manera que no existía la abundancia  pero tampoco faltaba lo esencial, entre otras cosas porque el trabajo se repartía entre todos debido a los lazos familiares tan estrechos. En la Pobla del Duc, vivieron nuestros antepasados  desde que tenemos noticia. Siempre ha sido una población pequeña. En el siglo XVII ya tenía alrededor de 2000 habitantes, número  que se ha mantenido, casi constante, hasta el día de hoy. Su agricultura por un motivo u otro siempre ha funcionado bien. La Iglesia parroquial entonces estaba dedicada a Santa Maria de la Asunción y sigue estándolo en la actualidad.










Stmo Cristo de l'Empara. Pobla del Duc

La Pobla del Duc, como cualquier pueblo de Valencia, tiene su historia. En 1603 se construyó un covento de Mínimos, monjes fundados por San Francisco de Paula. Aún se pueden ver las ruínas del convento a las afueras del pueblo, frente al que se ha construido un pequeño parque. La Pobla contó con la presencia de estos monjes mínimos desde su creación hasta la primera desamortización acaecida en 1798 cuando siendo Manuel Godoy primer ministro del rey Carlos IV se privatizaron sus  tierras. La iglesia de San Cosme y San Damian que antiguamente fue parroquia de gran parte de la comarca, se conserva en bastante buen estado.

(El Ayuntamiento de la Pobla del Duc tiene una “Mostra de Vins, licors i Caves de Valencia” que va por la sexta edición y que puede ser interesante  para antiguos propietarios de bodegas y descendientes de hijos del pueblo)

Visión actual de la Pobla del Duc
Sobre el origen histórico de la Pobla del Duc se sabe poco. Seguramente fue una población musulmana abandonada  y luego repoblada por  cristianos.  Después de la conquista del Reino de Valencia por el rey En Jaume I su primer nombre fue el de La Pobla de Rugat por haber formado parte del señorío de Rugat. Años más tarde perteneció al señorío de Bellvís y finalmente en 1427 pasó a Jaume Romaní i Llançol. Finalmente fue el Duque de Gandía ( de aquí su nombe actual) quien se  hizo con su jurisdición.

Mi madre me contaba que en tiempo de sus abuelos, el transporte hasta la ciudad de Valencia resultaba dificultoso ya que no existían medios como los actuales que trasladan las mercancias a tanta  velocidad.  Sólo se contaba con carros y caballos pero eso no impedía que gracias al comercio  los pueblos de aquella comarca  fueran prósperos.
Una de las industrias que empezaban a abrirse camino en aquella época era la de derivados de la lana que dieron lugar más tarde a las famosas mantas  de la comarca como l'Albaida, Ontinyent y Bocairent.  Es por ello que los miembros de la familia Catalá  prosperaban como ganaderos. De Bocairent ya os hablaré más extensamente pues, por casualidades de la vida, la hermana de mi padre, mi tía Lola, se casó con un hombre oriundo de esta población, el tio Elias, con quien tuvimos una estrecha relación mientras vivió.

Pues bien, como digo, fue en aquel pequeño pueblo de la Vall d'Albaida donde nacieron mis abuelos Francisco Santamaría y Francisca Catalá. Y no es pura casualidad que ambos se llamaran igual. San Francisco era un santo muy popular. Os he comentado que allí se fundó un convento de la órden de los mínimos cuyo fundador era San Francisco de Paula, así llamados para distinguirlos de los frailes franciscanos de San Francisco de Asís  que a su vez tenían conventos por  otros pueblos  cercanos  tales como  Beniganim. No cabe duda que aquellos frailes, los de uno y otro Francisco,  hubieron de influir mucho en la costumbres religiosas  del lugar entre ellas los nombres dados a los nacidos y bautizados en aquel municipio.

Antiguamente los nombres de los santos eran algo importante. Nos sabíamos casi todos los santos de cada día del año. De hecho en las iglesias se solía leer  antes de la primera misa de la mañana el Santoral, libro en donde se recogían todos los nombres y anécdotas de la vida y muerte de los santos del día. De esta manera los feligreses, que formaban parte de una parroquia, sabían a quien debían felicitar cada día. Era un detalle que ayudaba a la convivencia especialmente en las poblaciones pequeñas y también en los barrios de las grandes ciudades como nos ocurría en la Avda del Puerto. Por aquel entonces se celebraba más el día del santo que el día del cumpleaños. En el día del santo se invitaba a todos los miembros de la familia extensa: abuelos, tios, primos,etc. Cuanto mayor era la persona, más señalada era la celebración. Hoy día ocurre  casi todo lo contrario, se celebran más los cumpleaños que los santos y  se da más importancia los cumpleaños de los niños que a los de los mayores.

Para entender aquellas costumbres hay que tener en cuenta cuanto ha evolucionado la familia. Entonces hablar de una familia era hablar de un grupo familiar del que formaban parte hasta los hermanos de los abuelos y todos los correspondientes tios, primos, sobrinos e hijos. Una familia de este tipo la formaban por término medio más de cincuenta personas. Existía una obligación de visitar a los familiares por lo menos una vez al año, aunque  alguien de la familia se hubiera desplazado a vivir a un lugar lejano, como fue precísamente el caso de mis abuelos. Desde que se habían trasladado a vivir a Valencia, todos los años volvían y con ellos mi madre a la Pobla del Duc a convivir unos días y a estrechar los lazos familiares.

Cuando murieron mis abuelos, mi madre junto con mi padre siguieron con la tradición y nosotros íbamos con ellos todos los veranos, generalmente aprovechando las fiestas. Todos los hermanos tenemos muy buenos recuerdos de aquellas visitas en las que nos repartíamos en las casas de diferentes familiares y pasábamos allí algunos días. Al llegar a la Pobla  era todo un acontecimiento. Por una parte mi madre que llegaba siempre bien vestida por las modistas que le cosían en Valencia  era motivo de admiración y comentarios por parte de la gente; por otro lado, mi padre que solía llevar todo tipo de objetos, hasta tracas para las fiestas, además de los muchos regalos para la familia y conocidos. Mi madre, como era hija única,  cosa rara en  aquella época, se había criado con sus  primas y por ello no perdía ocasión para  visitarlas y ellas venían igualmente a Valencia a verle en diferentes ocasiones. Una vez, casada ya mi madre, como  cuando volvía a la Pobla lo hacía con algún hijo más pues había aumentado la familia, una de las primas  de mi madre que se llamaba Carmen era normalmente  la encargada de ayudarnos y atender a los niños, por lo que  inmediatamente venía  a la casa donde nos hospedábamos, generalmente la de mis bisabuelos maternos, a estar con nosotros. Así  ayudaban a mi madre en todo lo que tenía que ver nosotros, los hijos. En general toda la familia  se volcaba con nosotros.

En aquel tiempo había un aprecio muy grande hacia las personas mayores. Todo el mundo les mostraba gran respeto y sus comentarios y consejos se tenían en mucha consideración. Yo recuerdo muy bien a la tia Pauleta  que era generalmene la que nos cedía la casa para alojarnos. Recuerdo algunos comentarios de mis padres  y cómo  despertaban nuestra curiosidad por saber las cosas del pueblo.

( Contar algo más de los tios y primos de la abuela)

Éramos recibidos y tratados como unos miembros más de aquella gran familia  y aunque  pequeños, las muestras de cariño hacia nosotros, nos hacia sentir mayores e importantes.  Las tias a su vez nos contaban historias sobre nuestros bisabuelos y otras personas del pueblo que se habían destacado por algo. Así es como supe que mis bisabuelos paternos fueron los propietarios del único hostal que existía por entonces en la Pobla del Duc. De hecho, todavía existe el bar restaurante, donde estuvo situada la antigua pensión de los Santamaría, en la plaza, frente a la iglesia parroquial, y su actual propietaria es Carmen Montaner Santamaría. No cabe duda, descendiente de alguno de los hermanos de mi abuelo, como testimonia el  apellido.
Siguiendo con aquellas costumbres antiguas, os diré que dentro del clan familiar, además de los abuelos y tios, eran importantes también los padrinos de bautismo  que se escogían entre los familiares  con menos hijos o entre aquellos que eran económicamente más solventes. La institución de los padrinos del bautismo recogía una tradición muy antigua consistente en buscar personas de cierta consideración social para que en caso de invalidez o muerte de alguno de los padres, cosa que no era infrecuente por entonces, los niños pudieran ser atendidos, acogidos, cuidados y educados. No se dejaba esta situación a la improvisación sino que a través del bautismo se establecía quienes iban a ser los responsables de esos niños.

De la misma manera el nombre recibido en el bautismo no carecía de importancia. En general se educaba a los niños y niñas en la devoción al santo cuyo nombre habían recibido.
La tartana. Transporte de personas típico de la época
Es el caso de mi madre que se llamó Francisca, como sus padres. Ella se sabía al dedillo la vida de San Francisco de Paula. Así sé por ella que este santo había nacido en una pequeña ciudad del sur de Italia llamada Paula, allá por el año 1416. Nos contaba que vivió en una ermita , una de esas pequeñas iglesias que se ven en las cercanías de los pueblos y a donde a la gente le gusta ir en peregrinación algún día del año. Hoy día las ermitas que vemos en lugares apartados, generalmente sobre una colina, suelen estar abandonadas pero en la época de mis abuelos conservaban su importanncia como lugares de peregrinación. Y todavía más antiguamente, por el tiempo en que vivió Francisco de Paula, cumplían incluso otras funciones como ser un lugar donde dejar allí a la gente con enfermedades contagiosas y también a quienes padecían algún tipo de locura pues pensaban con frecuencia que era cosa de demonios y malos espíritus.
Todos nosotros fuimos educados en la religión católica. Mis padres fueron siempre muy religiosos y apoyaron a la iglesia durante los momentos difíciles especialmente de la guerra.  Esa religiosidad se transmitió a nosotras  y mi hermano Joaquin llegó a ser presidente de la Acción Católica de Valencia durante muchos años.

Por lo mismo, todas nosotras, las hermanas, fuimos al colegio de las monjas de Santa Ana y siempre estuvimos en contacto con la parroquia de San Juan de la Ribera de la Avda. del Puerto situada prácticamente en frente de donde vívíamos, tras separar la vivienda familiar de la fábrica de licores.Todavía conservo algunas amigas del colegio; eso sí tan mayores como yo. Lo mismo le ocurre a mi hermana Amparín que todavía queda con algunas de ellas a tomar café de vez en cuando .

Mi hermano Joaquin estudió por el contrario en el colegio de los Salesianos y luego más tarde inició sus estudios de Derecho en la Facultad de Valencia  hasta que tuvo que abandonarlos, cuando mi padre enfermó, pues tuvo que ayudarle tanto en la tienda que no le fue posible continuar los estudios. La tienda de licores era por entonces lo que quedaba del patrimonio familiar tras la guerra.

( Contad cosas de la juventud y el colegio del tio Joaquin Navarro Santamaría)

Durante los difíciles años de la guerra  civil y la postguerra mis padres estuvieron pendientes  tanto de la parroquía como de la comunidad de monjas del colegio de Santa Ana. Al acabar la guerra  cambiaron el colegio  desde unos pisos donde estaba ubicado, precisamente al lado de los locales de la nueva fábrica de licores. Junto al nuevo colegio de las monjas de Santa Ana  se contruyó un parque muy bonito a la entrada del mismo, por eso todavía hoy  este colegio se llama “ Colegio Parque de Santa Ana”.


Mi hermana mayor :Lola Navarro Santamaría a los tres años de edad
La congregación de monjas de Santa Ana, al finalizar la guerra, además de seguir manteniendo el colegio se hizo cargo de la clínica del Dr. Manuel Candela, médico obstreta y ginecólogo valenciano que había creado el primer centro asistencial de esta especialidad en Valencia. Este centro ginecológico del Dr. Manuel Candela fué trasladado a su muerte a los solares en donde  actualmente está la  Casa de la Salud que sigue contando con una muy buena atención a la maternidad. La calle donde está la entrada principal del Hospital recibió el nombre de su fundador. En dicha calle en el número 4 vive ahora mi hermano Joaquin y mi cuñada Amparo y fue  en la Casa de la Salud  donde nacieron mis sobrinos Inma, Joaquin y Amparo.

El padre de mi cuñada Amparo era D. Pablo Morales, hombre emprendedor, conocedor de la Bolsa Valenciana, que hizo numerosos negocios inmobiliarios en Denia y otras partes de la costa mediterránea. La madre de mi cuñada Amparo se llamaba también Amparo y era oriunda de Denia. Sus hermanas Irene y Rafaela vivieron hasta su muerte en la misma finca en la que viven actualmente Joaquín y Amparo, concretamente en el mismo rellano del piso 7º.
 
Una anécdota curiosa a cerca de el Dr. Manuel Candela es que este famoso y apreciado médico  fue  catedrático en la facultad de medicina y  a su vez profesor de ginecología de D. Ramón Rodrigo Bosch que hizo dicha especialidad de medicina. Además de ser nuestro médico de familia y ginecólo que atendió a nuestros nacimientos, D. Ramón  era el padre de Rafael Rodrigo Bigné que casó con mi hermana Anita y por tanto abuelo de mis sobrinos,Concha, Rafael, Joaquin, Juan José, Javier y  Ana.

Recuerdo que una de las monjas de Santa Ana, la hermana Andrea, estuvo escondida en nuestra casa durante la guerra. Durante ese tiempo, mis padres se encargaron de que al resto de la comunidad no les faltaran aquellos productos básicos que podía  proporcionarles: aceite, vino, azucar, etc., que estábamos autorizados a almacenar en la fábricaa para la producción y que a su vez eran importantes para nuestra supervivencia puesto que frecuentemente se cambiaban en trueque por otros productos.

Pero volvamos a la historia  sobre nuestros orígenes en la Pobla del Duc que todavía no os he acabado de contar.  Decía que seguramente debido a la presencia de la comunidad de frailes mínimos  en la Pobla, la abundancia de Franciscos y Franciscas  y que por ello tanto mi abuela como mi abuelo coincidieron con el mismo nombre. Tambien había empezado a contaros que tras pasar por diferentes señores, la Pobla acabó perteneciendo al Ducado de Gandía. Por cierto, que el nombre que le dio mi bisabuelo a la fábrica y también a alguno de sus  licores  de más éxito lo tomó precisamente de este hecho. La Pobla del Duc, como ya he mencionado, pasó a manos de Juan de Borja en 1499, segundo duque de Gandía, hijo del que sería el Papa Alejandro VI.

Juan de Borja casó con Maria Henriquez de Luna que era a su vez sobrina de Fernando el Católico. Le siguió en el ducado su hijo Juan, tercer duque de Gandía, quien casó con Juana nietadel rey Fernando el Católico. El cuarto duque de Gandía fue Francisco de Borja nacido en 1511 que recibió también el título de Marqués de Llombay. Contrariamente al resto de los miembros de su familia que no siempre cosecharon buena reputación por sus costumbres, destacó por su vida ejemplar. Al principio se dedicó a la política y formó parte de la corte tanto de Fernando de Aragón como luego de la de su nieto el Emperador Carlos V de quien fue asesor. Con el tiempo pasó a ser caballero de la emperatriz Isabel y cuando murió ésta, dice la leyenda que al tener que acompañar al féretro hasta la catedral de Granada para darle sepultura y ver trastocada su belleza al tener que abrir el féretro como testigo, sufrió una profunda crisis y quiso  desligarse de la vida de la corte y de la política. Aún así, llegó a ser virrey de Cataluña, pero a la muerte de su mujer en 1546, dejó todo y entró en la incipiente compañía de Jesús de la que llegó a ser superior general, muriendo en 1572.

Aunque el nombre de  mis abuelos Francisco y Francisca no fue el de este santo jesuita sino del humilde ermitaño San Francisco de Paula, os  he contado esta historia para que  veais que todo parece tener un sentido: el nombre de las personas y hasta el de un licor.

Para nuestra familia  desde siempre había  sido una de las visitas obligadas asistir a la fiesta del Santo Cristo de l' Empara. De hecho a mi padre, aunque no era nacido en el pueblo, le hicieron cofrade del Santo Cristo en varias ocasiones de la misma manera que lo había sido mi abuelo Francisco. Recuerdo cómo paseaban al Cristo sobre andas por las principales calles del pueblo. Recuerdo la parada que hacían en la Plaza del Mercado y como luego se dirigían por la calle de abajo hasta la plaza de la Iglesia. Según me han dicho, todavía hoy día se mantiene el mismo recorrido de antaño.

Cuando mis abuelos Francisco Santamaría y Francisca Catala dejaron la Pobla del Duc y se vinieron a vivir a Valencia  era, como ya he comentado el año 1902. Vendieron casi todas las tierras que habían recibido en herencia y la parte que les correspondía de la Fonda o Pensión. Por medio de sus  padres, mis bisabuelos, supieron que un industrial  valenciano llamado Francisco Martinez Imbert que se dedicaba desde hacia años al sector de los vinos y los aceites, estaba emparentado con los Català y vivia en Valencia desde hacía muchos años. Así pues estuvieron  de acuerdo en que los recien casados fueran a Valencia y  formaran  sociedad con él, se pudiera así ampliar el negocio   aportando  el  dinero de la herencia,  cantidad más o menos respetable para aquellos tiempos.
En los años veinte del pasado  siglo XX, época de bonanza como he comentado al principio,  proliferaban en Valencia  bares y restaurantes. Francisco Martinez Imbert tenía la a fábrica en la Avda del Puerto nº 72 .y una bodega en la calle Pascual y Genís nº 5, casi enfrente de lo que hoy es el edificio de la Bolsa y el Colegio Notarial de Valencia. Tras la invitación a formar parte de la sociedad con Martinez Imbert  aquel joven matrimonio, venido de la lejana comarca de la Vall d'Albaida, se fue adaptando poco a poco a la manera de vivir de la gran ciudad y al ritmo de trabajo que exigía  este tipo de industria con su trato al público, su necesidad de buscar preveedores, satisfacer a los clientes, etc.

Paco Martinez Imbert sólo tenía un hijo único llamado Carlos que se mostró poco hábil para dirigir una industria  de esta envergadura. Efectivamente, a éste no sólo no le interesaba el negocio  de los vinos y los aceites,sino que más bien  utilizaba el dinero acumulado pacientemente por su padre en actividades ajenas al mismo. Con el tiempo este hijo de Paco Martinez Imbert, que era hijo único, se fue a vivir a Brasil y se desentendió definitivamente del negocio. Su padre permaneció en el mismo durante un tiempo más junto a mi abuelo, pero cuando pensó que era hora de jubilarse llegó a un acuerdo de manera que le vendió su parte y así fue como mi abuelo Francisco Santamaría pasó a ser único el propietario de aquella industria de licores y almacen de vinos. 

Aunque mi abuelo y mi abuela tuvieron éxito y  pudieron asentarse definitivamente en Valencia, no hemos de olvidar que venir desde un pequeño pueblo a una  gran ciudad como Valencia  debio  estar lejos de ser una cosa sencilla.  Hubo que dejar atrás seres queridos y las comunicaciones en aquel tiempo dejaban mucho que desear.
Mi madre me contaba que cuando su abuelo, es decir mi  bisabuelo, tenía que trasladar mercancías, desde la Pobla de Duc a Valencia,  alquilaba los servicios de unos “trabucaires” que no eran sino una especie de forajidos que a caballo y trabuco al hombro, acompañaban y protegían a  carros y carretas por aquellos caminos, en muchos tramos peligrosos, que atravesaban toda la Ribera y la comarca de L'Horta hasta llegar a Valencia.

Cuando Francisco Imbert dejó definitivamente el negocio, mi abuelo Francisco Santamaría construyó una vivienda dentro de los los terrenos de la fábrica situada en el número 72 de la Avda del Puerto.  Allí vivieron  durante el resto de su vida y  fue a su vez  la vivienda de mis padres por un tiempo, a partir de la  muerte de mi abuela Francisca hasta su traslado,  Algunas de nosotras, Lola, Paquí, Anita y  yo misma vivimos, mientras éramos pequñas, en aquella vivienda. Anita y yo nacimos allí, pues Lola había nacido en la calle Pizarro donde mis padres residieron recien casados . Más tarde cuando mi padre trasladó la fábrica a al número  98 de la Avda del Puerto, se vendio  la casa y los terrenos  de la antigua fábrica para invertir el capital en los nuevos solares y la  nueva fábrica, mucho más amplia. A continuación , en los solares  vacantes de la antigua fábrica  se construyó un grupo de viviendas de cuatro pisos en cuyos bajos estuvo ubicado por mucho tiempo el cine España que ocupaba toda la planta bajo y al que algunos de vosotros habéis ido de pequeños, porque recuerdo perfectamente cómo Paquita y yo os llevábamos en algunas ocasiones. A este cine se le conocía popularmente con el nombre de El Pollito. La fachada todavía permanece pues el edificio fué  considerado de interés arquitectónico. 

Por aquel entonces, cuando mis abuelos formaron sociedad con Francisco Imbert, Valencia estaba en plena remodelación. Se había  empezado a derribar en el año 1906 el antiguo Barrio de Pescadores y se estaban construyendo edificios modernos. En tiempos históricos el rio Turia  había sido navegable hasta Valencia, de ahí el nombre de la calle de las Barcas, el Puente  y la Puerta del Mar y el propio nombre de Barrio de Pescadores. La calle Pacual y Genís pasó a ser una de las  calles de la nueva Valencia próspera. En el espacio dejado por la demolición del barrio de pescadores se construyeron   edificios modernos para la época y la burguesía valenciana se trasladó a vivir  a aquella zona cerca de la antigua de la Universidad de Valencia cuyo edificio evidentemente se respetó. Entre otros edificios singulares se construyeron el de Correos , el Ayuntamiento, el Teatro Principal,  la Bolsa ,el Banco de Valencia, etc. De esa misma época son casi todas la construcciones de la actual calle de la Paz. 

Me imagino a mi abuela, todavía jóven, paseando con vestidos largos de época, con sus parasoles, cruzando aquellas calles sobre las que circulaban los primeros vehículos, siempre llenas de gente, camino del Teatro Principal o dirigiéndose a los cafés de la calle de la Paz y la Plaza de la Reina. Cafés, bares y restaurantes algunos de los cuales  fueron clientes de mi abuelo, a quienes proveía de vinos y licores elaborados en la fábrica de la Avda del Puerto. Algunos de ellos conservan todavía hoy ese aire y estilo modernista que caracterizó la arquitectura y decoración de aquel tiempo.

Así fué cómo mi abuelo Francisco Santamaría conoció y entabló amistad con algunos de los prohombres de la época tales como el escritor Vicente Blasco Ibañez, o el por entonces dos veces alcalde de la ciudad Jose Montesinos que  fue elegido diputado al Congreso en las elecciones de 1907 y 1914. Normalmente se reunían en la vivienda de Martinez Imbert que tenía al principio de la calle de las Barcas o buscaban los cafés y salas de lugares como el  Ateneo o de la sede de la Socidad Económica de Amigos del País de Valenci, en la calle de la Universidad.

Pero con quien realmente estableció mi abuelo amistad fue con el pintor Joaquin Sorolla. Era Joaquin Sorolla un hombre campechano, que supo mantener su sencillez de trato a pesar de su éxito como pintor. En una ocasión Joaquin Sorolla se encontró en apuros económicos y recurrió a mi abuelo quien le dejo el dinero que precisaba en aquel momento. En agradecimiento, cuando le devolvió el dinero, a su vez le regaló un s dibujo  y  u  grabado. Aquellos dibujos pasaron después a mi madre y fueron enmarcados y cogados en la vivienda que había junto a la primera fábrica pero desaparecieron con motivo del traslado.

También tuvo trato con Mariano Benlliure a quien Joaquin Sorolla llevó  a casa de Francisco Imbert con motivo de uno de los muchos viajes que hizo a Valencia.

Durante esta época además de las remodelaciones urbanísticas, Valencia sufría  importantes cambios debido a la aplicación industrial de la electricidad, tanto en lo que se refiere al alumbrado de la ciudad que hasta entonces era de gas, como en su aplicación a las líneas del transporte urbano. Así por ejemplo, con  la electrificación de los tranvias que hasta entonces eran tirados por caballos, se extendió el transporte de este medio a algunas  poblaciones cercanas a Valencia tales como Godella o Catarroja entre otras muchas. De Godella os hablaré más adelante pues hay mucho que contar  ya que después de la guerra mi padre compró un chalet en esta población  donde pasamos  veranos inolvidables con vosotros cuando erais pequeños y donde mi hermana Amparín, apenas una adolescente, conoció a Amadeo Segarra que acabaría siendo su marido y padre de mi sobrina Maria Amparo Segarra Navarro. .

Sobre la electrificación de los tranvias voy a contaros una anécdota relacionada con nuestra familia. Ramón Rodrigo Cuñat y Antonio Rodrigo Cuñat eran el  abuelo y tio abuelo respectivamente de quien, como ya os he comentado, llegaría a ser mi cuñado Rafael Rodrigo Bigné casado con mi hermana Ana.

Los dos hermanos Rodrigo crearon una sociedad para gestionar la linea de tranvias que iba desde iglesia de San Agustín hasta el cementerio municipal ya que por aquel entonces cada línea de tranvía tenía su propia concesión del ayuntamiento. Era el tiempo, como he comentado, en que los tranvías todavía eran movidos por caballos, pues tras una breve experiencia de tranvias movidos con la maquina de vapor que produjo muchos atropellos, se volvió a la tracción animal. Así pues en la práctica gestionar aquellas líneas de tranvía suponía gestionar muchas cuadras de caballos. 

Esta historia nos la contó  D. Ramón Rodrigo Bosch hijo de Ramón Rodrigo Cuñat , padre de Rafael  que  como ya os he contado era nuestro médico cabecera durante muchos años. Aún nos contó más. En el año 1885 hicieron sociedad con el industrial Vicente Lladró Aguilar, vecino de Almácera y constructor de tranvías. Lladró tuvo que invertir 96.000 pesetas de la época para igualar la inversión de su socio. Esta compañía mantuvo la tracción animal hasta 1924 y fue la última en ser absorvida por la CTFV. que fue la compañía que unificó todas las líneas de tranvias.  Compañia de Tranvias y Ferrocarriles Valencianos cuyas siglas CTFV se popularizaron entre los valencianos y que en lugar de nombrarla por su auténtico nombre la llamaron la Compañia de (C)acaus, (T)ramussos, (F)aves y (V)id.


La boda mis padres tuvo lugar, como os he dicho, en 1919 y fue un gran acontecimiento al que asistieron las dos familias de la Pobla del Duc y muchos conocidos de mi abuelos paternos de Valencia  especialmente de la avenida del Puerto que es donde estaba ubicada la fábrica de licores y su vivienda.

(Añadir aquí todo lo que se sepa en torno a la boda de Joaquin Navarro Zea y Francisca Santamaría Catalá, donde tuvo lugar, etc )


(Añadir el contrato de matrimonio cuya copia hizo el tio Carlos y está en su poder. Este contrato matrimonial permitirá nuevos comentarios sobre la época y cómo eran los matrimonios)


Dieciocho meses despues de la boda nació Lola, la mayor de las hermanas. Fue un gran acontecimiento. Nuestros padres Joaquin y Francisca lo celebraron por todo lo alto. Mis abuelos Francisco Santamaría y Francisca Catalá, todavía más.Lola era su primera nieta. Había nacido sana. Una niña rubia algo pelirroja, grande, con unos ojos muy expresivos cuya belleza conservaría durante toda su vida. Hay que tener en cuenta que en aquella época se nacía en casa pues apenas había hospitales para este menester y se reservaban para los casos en que los embarazos eran difíciles. El subsidio de maternidad se creó en 1923 y el seguro obligatorio de maternidad en 1929. Este seguro garantizaba, entre otras prestaciones, la asistencia facultativa en el embarazo y en el parto. A estos efectos se creó en 1908 el Instituto Nacional de Previsión y se establecieron los primeros convenios con las organizaciones profesionales de médicos, farmacéuticos y matronas.Así pues mi madre no se pudo beneficiar de estas instituciones que además no empezaron a funcionar con efectividad hasta mucho más tarde.
 
Como en los nacimientos había mucho más riesgos que en la actualidad, el nacimiento de cualquier niño o niña era todo un acontecimiento a celebrar, si todo había ido bien. 


Mi madre dió a luz a Lola en la vivienda familiar  de la calle Pizarro, acompañada de una comadrona y de mis tias que habían venido de la Pobla del Duc para asistirla, como era  costumbre,  hasta que empezaron a ser asistidas  ginecólogos.


Su nacimiento se convirtió, como había ocurrido anteriormente con la boda, en todo un acontecimiento en  la Avenida del Puerto en donde vivían mis abuelos y tenían la fábrica y en  donde mi madre pasaba cada vez más tiempo en compañia de mi abuela.


La vida de mis padres iba a cambiar, como es natural, a partir de este momento no sólo por la llegada de la primera hija sino porque mis abuelos maternos estaban tan emocionados por el nacimiento de su primera nieta que fue a partir de entonces cuando empezaron a pensar en apoyar económicamente a la nueva familia que además se adivinaba prolífica , pues contrariamente a lo que les había pasado a ellos que sólo habían tenido una hija, mi madre había empezado a tener descendencia al año de su matrimonio.



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Por otro lado mi abuela Francisca se había puesto muy enferma. Así fue cómo mi abuelo Francisco empezó a pensar en cederles la fábrica de licores de la que  había llegado, como he contado, a ser  propietario absoluto. Mi padre que hasta entonces había sido un trabajador de la misma pasaría a dirigirla, aunque en realidad la heredera y propietaria de la fábrica seguiría siendo mi madre.



Mi abuelo Francisco  hizo por aquellos años una serie de inversiones para modernizarla , quizás pensando que sus hijos y  nietos, deberían contar con una empresa competitiva. Además la evolución de la economía en aquel tiempo exigía agrandar los negocios pues lo estaban haciendo otras fábricas y almacenes de aceites, vinos y licores, algunos situados un poco más adelante en la misma Avda del Puerto con los que había que competir. Se compraron pues unos nuevos terrenos mucho más amplios a donde trasladarla, no lejos de la primera ubicación. A continuación empezó a delegar en  mi padre  responsabilidades  en la dirección y gestión del negocio. Como he dicho hasta aquel entonces mi padre había sido sólo un trabajador más de la fábrica. En concreto, había trabajado de contable y es cierto que mi abuelo Francisco tenía en él depositada toda su confianza.
 
En la fábrica de licores

Mi hermana mayor, la primogénita de la familia, se llamó Lola en honor de mi abuela paterna, la abuela Dolores Albertus.

El resto de la familia se completó en los años siguientes: Paquita nació en el año 1922 y se llamó así siguiendo la tradición muy valenciana de poner en primer lugar los nombres de los abuelos, luego los de los padres, tios y el resto de la familia. En este caso se le puso el nombre de mi madre, vuestra abuela Francisca.  Ana la tercera de las hijas nació el año 1924 y se llamó así en honor de una de las dos hermanas de mi padre, la tía Anita. Yo, Carmen, nací en el año 1925. Después en el año 1927 nació Joaquín el único varón entre los hermanos y su nombre fue el de mi padre y también mi abuelo paterno. Amparín nació en 1934 dos años antes de iniciarse la guerra, así que la pobre es la que tuvo la infancia más agitada pues en lugar de nacer como nos ocurrió a nosotros durante la bonanza de la “Belle Epoque”. Ella por el contrario nació en la peor época del siglo pasado cuando las cosas iban ya tan mal que se esperaba lo peo y de hecho acabó en una cruel guerra civil. Se eligió el nombre de Amparo por la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia.


(Hablad de los padrinos de cada una de las hijas y de Joaquin)

El resto de hermanas y hermanos nacimos también con buena salud y sobrevivimos a las enfermedades de entonces, cosa no frecuente pues se solían cobrar víctimas entre los recién nacidos. En total fuimos cinco mujeres y un  único varón. Tenemos que dar gracias a Dios de que tampoco hubo grandes problemas de salud a lo largo de nuestra infancia y adolescencia a pesar de las penurias de los difíciles años de la guerra y la posguerra. Sin embargo mis padres no tuvieron tanta suerte y ambos padecieron cada uno una enfermedad grave de las que os hablaré un poco más adelante, aunque es cierto que cuando murieron habían ya vivido una vida plena y satisfactoria a pesar de las dificultades.


Cada uno de nosotros, miembros de esta numerosa familia llamada Navarro-Santamaría, hemos sido a su vez el origen de las seis siguientes familias que llevan el apellido Navarro y de las que procedéis todos vosotros, hijos, sobrinos y nietos. Formamos pues un gran árbol genealógico que sigue creciendo desde entonces hasta el día de hoy : Cozar-Navarro, Rodrigo-Navarro, San-Daza-Navarro, Navarro-Morales, Segarra-Navarro y Pons-Navarro, pareja ésta última  que no tuvo descendencia.


La bonanza económica y social de los años veinte del siglo pasado llegó hasta finalizada la primera guerra mundial el año 1918.  Pero a  partir de entonces una serie de crisis financieras, algunas de ellas parecidas a la actual, llevarón a la economía a la llamada Gran Depresión de 1929.

pero a pesar de las dificultades  económicas,  perceptibles en toda Europa,  la crisis tardó a llegar a España pues la neutralidad de España en la primera guerra mundial le permitó mantener la economía a salvo.Fué la época en que se contruyeron gran número de carreteras allí donde antes sólo había caminos, se electrificó el país y se desarrollaron planes de trasvases de ríos y  obras hidráulicas. Fue entonces también cuando se crearon los grandes monopolios tales como Telefónica, Tabacalera Española y Campsa, etc. que pertenecieron al Estado español hasta los años noventa en que se privatizaron y ahora son , como las conocéis vosotros, compañias multinacionales que trabajan por todo el mundo. 

 
Cafetería de la época 1920
Teatro Principal



Despues de casarse  en el año 1919, y antes de pasarse a vivir a la vivienda de la fábrica, mis padres se fueron a vivir, como he comentado, a la calle Francisco Pizarro en lo que se llamaba “ El Ensanche”. En la calle Pizarro nacieron Lola y Paqui. Al poco tiempo de nacer Loli  a  mi abuela Francisca se  le declaró un cáncer debido al cual murió  años más tarde. Como mi abuelo Francisco quedaba sólo, mis padres se trasladaron a la casa anexa a la fábrica. Además era necesario estar cerca de la fábrica pues mi padre se estaba haciendo cada vez más cargo del negocio. 

Un poco más tarde se vendió la bodelga o tienda de licores de Pascual y Genís y se compraron unos locales en la Avda del Puerto, enfrente mismo de la fábrica para abrir una nueva la bodega. De este modo se evitó tener que atender dos locales que resultaban distantes para  las comunicaciones  de aquel entonces.
Años más tarde, mi abuelo Francisco sufrió una embolia cerebral  y cuando murió, mis padres alquilaron la casa en el nº 87 de la misma avenida  que sería la vivienda definitiva de la familia hasta la muerte , primero de mis padres y luego de hermana Paquita que cuando  se quedó viuda de Ricardo Pons se fue a vivir allí y así estar cerca de  mi hermano Joaquin a quien ayudó hasta su muerte  en la bodega y tienda de licores.  En esta nueva vivienda nacieron el resto de la familia , mi hermano Joaquin en el año 1930  y mi hermana Amparin en el 1934.


Mi abuela materna Francisca Catalá murió en el año  1922, cuando mi madre estaba embarazada de Paquita, y como os he comentado fue a partir de entonces cuando mis padres dejaron la calle Pizarro y fueron a vivir a la fábrica con mi abuelo Francisco.

Durante estos años veraneábamos en Benimamet. Yo en realidad era muy pequeña y sólo tengo recuerdos muy vagos. Pero recuerdo que mi  abuelo Francisco siempre mostró mucho cariño por todos nosotros.Recuerdo la siguiente anécdota. Como el más pequeño en aquel entonces era Joaquin, y era a quien le había dedicado más atención aquellos tres últimos años de su vida, cuando murió estaba postrado en su cama mientras se preparaba el  funeral. Mi hermano Joaquín que apenas había cumplido los tres años, se acercó a su cama y le cogió la mano y estiró de su brazo diciendo. “Venga abuelo, levanta ya ...”

Después de la guerra  civil, debido a muchos de los acontecimientos que luego os relataré y también al hecho de habersele declarado una diabetes, mi padre decidió vender la fábrica y quedarse exclusivamente con la tienda de licores. Vosotros todavía no habíais nacido o erais muy pequeños. Sólo mi sobrina Concha puede que recuerde los locales de la fábrica nueva porque se vendió en el año 1946. La bodega  ha sobrevivido hasta el día de hoy.  Cuando mi padre sufrió su primer infarto pasó a ser atendida por mi hermano Joaquín y ahora a su vez está gestionada por su hijo,vuestro primo y mi sobrino Joaquín. Pero de todo esto os hablaré más tarde, ahora quiero  hablar de  los recuerdos de mi otra rama familiar.

 LA FAMILIA NAVARRO ZEA

Como os he comentado , de la familia de mi padre Joaquín Navarro Zea no sabemos demasiado de ella . Es dificil seguir la pista a un apellido tan común en España e incluso en Francia como es Navarro. Efectivamente el origen más remoto de los Navarro, lógicamente habría que buscarlo en el reino de Navarra, pero de eso hace ya muchos siglos. Por lo que respecta a mi padre Joaquin Navarro Zea, como os comenté al principio, sus padres eran oriundos de Almeria.

Fotografia y dibujo de Joquin Navarro Zea
Mi abuelo paterno se llamaba Joaquin Navarro pero no conocemos su segundo apellido. Como también os había empezado a decir más arriba se trataba de un empresario que tenia vides y bodegas en Almería , exportaba uva y comerciaba con el vino. Se casó con Dolores Zea Albertus, de cuya familia ha os he hablado.

Los hermanos de mi padre fueron la tia Lola y los tios Paco y Anita. La primera, Lola, era hija mayor del primer matrimonio y por tanto hermana de mi padre Joaquin también por parte de padre. Mi abuelo murió con apenas 28 años, cuando mi  Lola Navarro tenía siete años y mi padre Joaquin tenía apenas 3 años recien cumplidos. La tia Anita Pardo Zea y el tio Paco Pardo Zea  fueron hijos del segundo matrimonio de mi abuela Dolores Zea Albertus con Francisco Pardo , militar de profesión que fue destinado a Valencia con lo que se produjo el  traslado de toda la familia a nuestra ciudad.



 Lola Navarro Zea y  Ana Pardo Zea
A pesar de ser hermanos de diferente padre y a pesar también de la enemistad que se creó en un momento dado entre mi padre y el padrasto, los cuatro hermanos estuvieron siempre muy unidos, especialmente a partir de la muerte de Paco Pardo, el segundo marido de mi abuela Dolores. 
 
Según mi padre y mi tia Lola, era un hombre con muy mal carácter que procuró muchos problemas tanto a la viuda como a sus hijos.

Anita Pardo Zea, la hermana pequeña, estudió la carrera de música y piano, carrera que fué financiada en gran parte por mi padre Joaquin, su hermano mayor, pues Anita era la más pequeña de quien les separaban muchos años de edad pero a quien tenía un gran afecto.

 Por el contrario su otro hermanastro,Paco Pardo Zea, no quiso continuar sus estudios. Entró en el ejército durante un tiempo para seguir la profesión de su padre pero finalmente lo dejó y  luego trabajó en otras profesiones. La tía Anita Pardo Zea  se casó con José Hidalgo y tuvieron tres hijos. Maria Dolores, Ana Maria y Jose Antonio Hidalgo Pardo a quien queríamos y  tratamos durante muchos años.

La tia Lola Navarro  vivía en Joaquin Costa y la tia Ana Pardo  en la finca del chaflán del cine Goya, en el último piso que tiene un gran balcón de piedra al que nos gustaba asomarnos y ver pasar a la gente que entonces lo hacía por la recien trazada calle del Antiguo Reino de Valencia. La casa es de interés arquitectónico y está conservada y rehabilitada. Es una casa muy bonita y muy soleada pues está orientada al sur. En ella  se quedó a vivir nuestro primo Jose Antonio Hidalgo, a la muerte de nuestra tia Ana.

Cuando mi padre se puso a trabajar por primera vez,  a la edad de dieciséis, lo hizo en la fábrica de paraguas Vizcaino que por entonces estaba en la calle  ____________.  Allí estuvo trabajando ocho años. Durante este tiempo estudió como contable.Luego pasó a trabajar en la bodega de Pascual y Genís a las órdenes de mi abuelo Francisco Santamaría, Cuando pasó a trabajar con mi abuelo Francisco lo hizo ya como contable en las oficinas de la de la fábrica. Allí conoció a mi madre que vivía en la vivienda adjunta y solía pasarse por la fábrica de vez en cuando a ver a  su padre, mi abuelo Francisco o a ayudarle en algunas faenas.

Cuando murió mi tio Paco Pardo , el segundo marido de mi abuela Dolores Zea   padre, como he dicho  de Anita y Paco, mi abuela Dolores pasó a vivir definitivamente con mi tia Lola en la calle Joaquín Costa pues debido  los problema que  tuvo con mi tio Pacoy su manera un tanto violenta de comportarse había optado por pasar temporadas cada vez más largas  con su hija, incluso casada ya con Elias López. 

Para entonces mi padre ya estaba bien situado económicamente gracias a su trabajo en la fabrica de licores y les ayudó en todo lo que pudo. Fue así como Anita pudo acabar sus estudios de piano con la ayuda de mi padre.
La tía Lola Navarro se casó, como acabo de comentar, con quien sería mi tio Elias Lopez, natural de Bocairent. En esta localidad  sus padres poseían un fábrica de mantas. Como sabréis las mantas de Bocairent  han estado consideradas, junto con las mantas morellanas, como una de las mejores mantas que se han fabricado en España, de hecho sus abuelos fueron proveedores de mantas para el ejército con motivo de las guerras carlistas.

Elias Lopez tenía una hermana llamada Rosario y a la que también queríamos mucho pues desde siempre hubo mucho trato con ellos. Elías era propietario de una masia muy bonita con muchas tierras en el término municipal de Banyeres de Mariola , no lejos de Bocairent, en la misma Sierra de Mariola que había recibido en herencia. 

Como seguramente sabréis la Sierra de Mariola se extiende entre las poblaciones de Alcoy, Bocairent y Banyeres. Hoy día es un espacio protegido como reserva de flora autóctona, reconocida por los expertos como única en especies de plantas medicinales. Ya en aquel tiempo y seguramente desde mucho antes, tenía fama por las aplicaciones de sus hierbas en farmacia y en cocina. Casi todos los años mi tia Lola nos llevaba a alguna de las hermanas a pasar allí el verano con ella, su marido y mis primos. Así Lolín López Navarro  la pequeña y la única mujer de  cinco hijos que tuvo la tía Lola, tenía compañía.  Así pues, ellos eran exactamente lo contrario de nosotros, todos varones excepto una mujer. Nosotros todo mujeres excepto un varón.  Yo y Lolín teníamos prácticamente la misma edad, estábamos juntas en muchas ocasiones y hemos mantenido el contacto durante toda la vida.

Las imágenes que tengo de mi  abuela Dolores son de aquellos años en que vivíaya en casa de Lola. Íbamos a verla a menudo y pasábamos con ella buenos ratos. Durante el periodo de verano, cuando la familia de la tia Lola se iban a Bocairent, mi abuela Dolores Albertus venía entonces a vivir a  nuestra casa con mis padres y todas nosotras, es decir la casa adjunta a la fábrica en la Avenida del Puerto. Joaquín todavía no había nacido. Cuando volvían la tía Lola de Bocairent mi abuela Dolores volvia a vivir con ella.

Elías, el marido de mi tia Lola trabajaba en el despacho del ingeniero de caminos,canales y puertos D_____________ como proyectista. La tia Lola era muy buena persona pero al mismo tiempo tenía mucho carácter. Era muy exigente con sus hijos.Todos ellos acabaron sus estudios en la Universidad y han sido durante toda su vida muy buenos profesionales. Fue una mujer que demostró tener una entereza enorme especialmente en los momentos díficiles de la guerra civil.

 Su hijo, mi primo Pepe, el mayor, se hizo miembro del Opus Dei siendo estudiante de medicina y con el tiempo llegó a ocupar cargos directivos dentro de la organización que había fundado Jose Maria Escrivá de Balaguer.  El segundo, Salvador, estudió también medicina y ejerció como médico generalista.El tecero, Joaquin estudió igualmente  medicina e hizo la especialidad de traumatología, la misma que estudió luego su hijo Carlos Lopez Casquero quien compartió consulta con su padre durante mucho tiempo.  Por último Elias el más pequeño también se inclinó por la carrera de medicina y tuvo que ir a estudiar a Madrid debido a la especialidad elegida de Psiquiatría. En el verano de 1936 recibió una beca para ir a Santander. Allí le sorprendió la guerra civil española. Fué recluído junto con otros compañeros en el colegio de los jesuitas de aquella localidad y allí fue asesinado junto con sus compañeros. Sus cuerpos fueron tirados al mar.

La muerte de Elías impactó mucho en toda la familia. Mi cuñado Rafael Rodrigo Bigné, el marido de Anita  era a su vez amigo de Joaquin  Lopez Navarro. Empezaron a militar juntos a los dieciséis quince años, pues eran de la misma edad, en la Falange Española. Más tarde, cuando acabó la guerra civil  ambos se alistaron en la División Azul  donde pasaron grandes penalidades aunque no estuvieron en contacto contacto mientras duró la campaña  pues fueron en dos reemplazos diferentes. Mantuvieron mientras vivieron una estrecha amistad. Y mis sobrinos, los hijos de Rafael y Anita han mantenido  contacto con los hijos de Joaquin y Quinin , su mujer que son  Elias, Carlos, Mari Lola y Joaquinita. Por último Lolín , la pequeña de los hijos de la tia Lola, estudió magisterio y ejerció en la escuela del barrio de la Exposición hasta su jubilación.

En el año___ mi tia Lola se trasladó a vivir a la calle Floresta cerca de donde estan los pabellones militares de la Alameda. Alli fue donde la conocisteis algunos de vosotros, los sobrinos más mayores.

A principio de los años treinta, cuando todo prometía una vida tranquila y más o menos regalada pues la fábrica de licores iba bastante bien y todas nosotras crecíamos con salud y bienestar, la cuestión política volvió a complicarse en España.  Cuando la crisis económica de 1929  alcanzó a España, el tejido industrial español empezó a destruirse rápidamente y muchas personas se vieron abocadas al paro.

El general Primo de Rivera  dimitió, tras siete años en el gobierno. Fue sustituido  en el gobierno  por el general Dámaso Alonso, pero las cosas no mejoraron y la vida política y social se deterioró con rapidez. Finalmente la monarquía de Alfonso XIII se vino abajo.

Los sindicatos obreros se empezaron a armar con material procedente de Fracia y  Rusia. En este país había triunfado el estalinismo y estaba anexionandose paises del este de Europa. ampliando año tras año la llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, las URSS, que se había iniciado en 1920 y desaparició en 1991. Los últimos gobiernos de la monarquía fueron incapaces de controlar la situación de manera que en el año 1931, Alfonso XIII abandonó España saliendo por el puerto de Cartagena .

Mis padres, aunque eran relativamente jóvenes tenían consigo ya una familia numerosa puesto que habíamos nacido todos menos a Amparín. Empezaron a asustarse veían  cómo la vida política y social se deterioraba día a día y la convivencia entre propietarios de grandes establecimientos, especialmente fábricas e industrias y los trabajadores se hacía cada vez más tensa. No hay que olvidar que en la fábrica de licores y la tienda de nuestra familia daba ocupación a unas veinte personas entre administrativos, productores, transportistas y mozos de almacén. Y aunque la relación de mi abuelo y mi padre con los trabajadores era buena no podían evitar la marcha de los acontecimientos.

Además se veía como la sociedad se estaba armando pues seguía entrando armamento por las fronteras, camuflado en cargamentos de diferentes productos industriales. Así pues  tanto la juventud estudiantil representante de las clases medias como la juventud obrera empezó a pertrecharse de pistolas y por desgracia a utilizarlas en reyertas de manera que cada vez fueron más frecuentes los encontronazos entre facciones opuestas que en muchos casos acababan con heridos y muertos.

En el año 1932 se proclamó la II República, pero por desgracia no sirvió para controlar la situación. La violencia estaba en la calle y los ataques entre bandas rivales se hacía cada vez más frecuentes. Se empezaron a quemar iglesias y edificios institucionales. Se produjeron sabotajes en polvorines y cuarteles y robos de armas en los arsenales del ejército. Así pues no tardó mucho tiempo en producirse un nuevo golpe de estado, en este caso el golpe militar fué protagonizado por un grupo de generales, llamados africanistas por haberse formado con motivo de la actuación colonial de España en Marruecoslos, tales como  Mola, Sanjurjo, Franco, etc. Pero esta vez, a diferencia del anterior golpe militar del general Primo de Rivera la rebelión se  encontró con unos sindicatos obreros armados y dividido al ejército entre los que permanecian  fieles la República y los que se levantaron en contra, lo que produjo una sangrienta guerra civil que duró más de tres años.

Este levantamiento militar se inció el día 18 de julio de 1936. La mayoría de nosotras éramos apenas unas adolescentes y en lugar de pensar en ir a flirtear al paseo de la Alameda que era el lugar donde se reunía por entonces la juventud de casi toda Valencia, tuvimos que pensar en escondernos de las refriegas y las bombas, ir, mientras duró la guerra  a proveernos de alimentos por las alquerías de la huerta, los barrios marítimos de Nazaret y la Malvarrosa  o el mismo puerto de Valencia,  La avenida se convirtió en un lugar muy peligroso durante el tiempo que duró la contienda pues a parte de  tener que soportar los contínuos bombardeos, merodeaban por allí bandas de gente armada en busca de las mercancías que llegaban al puerto de Valencia o eran almacenadas en las fábricas y naves  colindantes. Recuerdo que a pesar del peligro y a pesar de que éramos mujeres  no  quedaba otro remedio que arriesgarse e ir a donde podíamos encontrar  el pan o comprar los alimentos que escaseaban pues pocas tiendas permanecían abiertas.
También ocupábamos gran parte de nuestro tiempo tenmiendo que ayudar a quienes nos necesitaban pues  la guerra seguía adelante y se producían continuamente  desgracias y destrucción a nuestro alrededor. Al principio pensamos que sería una guerra corta pero duró tres añosy aquella guerra se hizo interminable. 

¡Qué diferente de vuestra adolescencia en tiempo de paz en la que no os ha faltado de nada! Pero bueno, a cada uno le ha tocado vivir su época y ha de saber ser feliz en el momento en que le ha tocado vivir. Eso es lo que intentábamos todas nosotras, nos acompañaba la fuerza de la juventud, pues Joaquin y Amparo eran todavía muy pequeños.El año 1936, cuando se inció la guerra civil española, mi hermana Lola tenía dieciocho años, yo once y como he comentado Amparín apenas  unos años.

Entre otras cosas tuvimos que interrumpir nuestros estudios en el colegio  de Santa Ana  las cuatro hermanas mayores. Las monjas de Santa Ana tuvieron que esconderse a causa de la persecución religiosa que se desató y  tres largos pues Valencia, como sabéis, se mantuvo republicana hasta el final de la guerra. Mis padres se preocuparon para que siguiéramos teniendo nuestros profesores particulares durante los años de guerra y asi no perdiéramos años de formación . Hay que tener en cuenta que en aquel tiempo no se daba la misma importancia a la formación de las mujeres que hoy en día. Pero mis padres se esforzaron en que sí la tuviéramos.  A pesar de todo, al acabar la guerra tuvimos que ponernos a trabajar las cuatro hermanas mayores. Lola y Paqui en la fábrica y Anita y yo en la tienda . Fué así como entre todos contribuimos a que toda la familia siguiera adelante.
 
Durante la guerra civil la fábrica no dejó de funcionar pues el Frente Popular necesitaba de sus productos bien para sus aprovisionamientos en la retaguardia o bien para llevarlos al frente de guerra. Obligaron pues a que la fábrica estuviera abierta pero su funcionamiento no nos reportaba ganancia alguna pues el dinero de la República perdía cada vez más su valor y todo el material y productos elaborados que iban al abastecimiento del ejército eran pagados con unos vales que sustituyeron al dinero, la mayoría de los cuales quedaban inservibles tanto durante la guerra como al finalizar la misma. Como por otro lado había que pagar las nóminas de los trabajadores y a los proveedores cuyos productos subían de precio constantemente por la inflación que se produjo cuando no escaseaban, mantener la fábrica abierta durante casi toda la guerra fue una gran proeza. No obstante cuando mi padre finalmente fue detenido al ser denunciado por esconder a una religiosa en su casa, sí se cerró y  ya no volvió a abrirse hasta el final de la  guerra.

Como os podéis imaginar tanto los años de la guerra como los de la posguerra fueron muy duros. Si la n crisis económica  ya había producido mucha miseria y gran cantidad de gente en paro, sólo faltó la guerra para acabar de hundir a España y producir una catástrofe económica  que dejó  todavia a más gente en la miseria. Algunas familias quedaban en la indigencia  cuando los detenidos eran los únicos que podían aportar un sueldo.  Muchos  permanecieron escondidos toda la guerra y a veces, como en nuestro caso,  quienes los escondían por compasión o solidaridad sufrían las consecuencias.

Recuerdo una  trágica anécdota que ocurrió con un vecino del barrio. La mujer había quedado embarazada y dedujeron de su embarazo que su marido estaba oculto cerca, de manera que no pararon hasta localizarlo.  Dias más tarde fué fusilado.

Tuvimos suerte gracias a la fábrica de manera que ni nuestra familia Navarro- Santamaría, ni la familia dela tia Lopez- Navarro y de la tía Anita su hermana paaron hambre ni siquiera en los años de más escasez ya que al no dejar de funcionar la fábrica  dispusimos de vino, aceite, licores y azucar para intercambiar, aunque en todo momento hubo que hacerlo a escondidas y expuestos siempre a ser delatados o sorprendidos  El trueque tenía lugar principalmente con la gente de la huerta que nos proveía de productos del campo. La leche la conseguíamos igualmente en las alquerías cercanas..

Recuerdo los viajes que tuvimos que hacer al puerto mi hermana Anita y yo, atemorizadas, para recoger siempre que podíamos el pan de un horno cuyos propietarios eran amigos del abuelo. Podíamos así  disponer de pan blanco durante casi toda la guerra lo que era un privilegio pues apenas había harina blanca de trigo y el pan que se hacía era mayoritariamente con harina de salvado o centeno.  Las calles estaban la mayoría de las veces prácticamente desiertas pero  a veces aparecían controles militares. Nosotras procurábamos escondernos de los mismos y por suerte no tuvimos ningún percance.

Nuestra familia contába también con un refugio antiaéreo que ,mi padre mandó construir en el solar de la nueva fábrica. Era un solar muy grande que constaba de varios tendidos donde se amontonaban las cubas, los barriles y demás utensilios de la fabricación de vinos y licores. El refugio supuso una eficaz protección tanto para nosotros como para muchas personas de la Avenida del Puerto. En cuento sonaban las sirenas que anunciaban la proximidad del bombardeo,todo el mundo corría a refugiarse.  Se dejaba la puerta del patio de la fábrica abierta por donde entraba la gente y tras cruzar el patio se llegaba a una pequeña puerta por la que se bajaba al refugio.

Pero no siempre los avisos de las sirenas antiaereas  llegaban con la antelación necesaria para que la gente pudiera salir de sus casas y llegar hasta donde estaba el refugio. En ocasiones las bombas caían cerca de nuestra casa. A veces estallaban  cuando estábamos cruzando la calle. Un día cayó una bomba delante mismo del recinto de la escalera a sólo unos metros. Ese día las sirenas sonaron tarde y optamos por no salir de casa. Fue terrible. Lo recuerdo perfectamente eran las ocho de la mañana. Se produjo un estruendo enorme y todos los cristales y algunas puertas saltaron por los aires. Nosotras nos acurrucamos todas juntas en una de las habitaciones y esperamos sobrecogidas a que pasaran  las  dos interminables horas que duró el bombardeo aquel día.

Aquella bomba fue decisiva para que nos trasladáramos a casa de la tia Lola que venía ofreciéndonos su casa desde el inicio de la guerra ya que vivia en el centro de la ciudad de Valencia en un lugar mucho menos expuesto a los bombardeos que el de nuestra casa tan cercana al puerto de Valencia el cual  era constantemente un objetivo de guerra para la aviación del general Franco.  En otra ocasión un vecino nuestro llamado Ballester fue alcanzado por una de ellas cuando cruzaba la calle y murió en el acto. Una almácera que había no lejos de nuestra casa ardió en uno de los bombardeos y prácticamente desapareció por completo.

A pesar del peligro que suponía ir al refugio y quizás con buen criterio mi madre optó finalmente por no ir al refugio.Decía que si tenía que morir sería porque había llegado su hora. Mi padre y nosotras sí solíamos hacerlo, pero cuando ya bastante avanzada la guerra encarcelaron a mi padre y mi madre se quedó sola con todos nosotros, dejamos de ir al refugio a pesar de los avisos  para estar con ella. 
 
Cuando mi madre tomó la decisión de irnos a casa de la tía Lola la guerra, aunque nadie lo sabía, estaba próxima a su final. Esto fue en ferbrero del año 1939 y la guerra como sabréis acabó el 1 de octubre de ese año.
Allí en casa de la tia Lola, conoció mi hermana Ana a Rafael Rodrigoigné  que como ya he comentado  era muy amigo de  mis primos, especialmente de Elias y Joaquín Lopez Navarro y frecuentaba  mucho su casa desde la muerte de Elías.

Joaquín, como le había ocurrido a  su hermano Elías, también fue detenido. Pasó su cautiverio en un barco fondeado a las afueras del puerto de Valencia y Rafael iba siempre que podía al puerto con la intención de recabar información sobre los detenidos. Como era aficionado a la navegación , con una barca o un patín de vela que alquilaba en el Club Náutico trataba de acercarse hasta el barco en donde estaba prisionero nuestro primo. Luego venía a casa de la tia Lola y nos contaba historias sobre si lo había visto o dejaba de ver en cubierta. No importaba que fueran a veces fantasías, pero todos le esperábamos con ganas de saber algo. Llegó a ser como un hermano para mis primos. La tía Lola lo quería mucho pues le daba ánimos y esperanzas en aquellos momentos difíciles.. Además de las penurias de Joaquin, sus otros dos hijos Pepe y Salvador habían sido movilizados en el bando republicano y estaban en el frente. Al acabar la guerra el tio  Pepe tuvo que huir a Francia  y acabó en un campo de concentración. Fue providencial que su padre, el tio Elias, fuera  a por él y consiguiera traerlo a Valencia pues unos días más tarde Hitler ocupó Francia y los españoles que estaban en aquellos campos de retención franceses fueron enviados a campos de concentración nazis en donde murieron la mayoría de ellos, después de padecer incontambles penalidades.

Mi padre Joaquin Navarro  fue encarcelado el último año de la guerra, como he contado,  por haber protegido a las monjas de Santa Ana y también por ser miembro del partido de la Derecha Regional Valenciana. Se trataba de un partido de inspiración domocrata cristiana , que aglutinaba a diferentes clases sociales. Quizás el problema de este partido estuvo en su integración en la CEDA que resultó ser el partido que mayor apoyo económico dió al general Franco  y por tanto sus miembros  perseguidos por el Frente Popular. En cualquier caso mi padre no había ostentado ningún cargo político ni había tenido problemas con sus trabajadores. Todo lo contrario, cuando fue detenido y llevado a prisión a la cárcel modelo de Valencia en el año 1938 en donde pasó tres meses, fue precisamente uno de sus trabajadores, José Hueso, quien ocupaba un cargo en el sindicato de la CNT  de inspiración anarquista, quien medió para su liberación. También hizo gestiones y se interesó por mi padre el entonces alcalde de Valencia Jose Cano Coloma muy amigo de nuestros vecinos Antonio y Mercedes y perteneciente al partido de Izquierda Republicana. Jose Cano Coloma era un prestigioso abogado que había sido elegido alcalde de Valencia y a quien sorprendió la guerra  en este cargo. Supo defender durante la guerra  aquellas causas que consideró justas y a pesar de pertenecer fiel a la República, salvó importantes obras del arte sacro de la destrucción entre ellas la imagen de la Virgen de los Desamparados, guardándolas en los sótanos del Ayuntamiento de Valencia, junto al pendón de la victoria del Rey Jaime I, su busto y otros muchos objetos de incalculable valor histórico.  Es por ello que fue muy apreciado por los valencianos de uno y otro bando. Como digo, por la mediación de e José Hueso ante  la CNT por una parte y la actuación de Jose Cano como abogado le salvaron la vida pues, dada la marcha de la guerra  cada vez más complicada para el bando republicano, se  empezaron a ejecutar a presos mediante juicio sumarísimo y las acusaciones que pesaban sobre mi padre estaban consideradas como graves.

Añadir; ¿ Cómo funcionaba lo del razonamiento en la guerra y despues de la guerra?¿ En qué consistía? ¿ Cómo pagaba la gente el estraperlo? ¿ Cómo se puso en marcha el dinero de nuevo? ¿ Cómo funcionaban los bancos?¿Qué bancos había en la Avda del Puerto? ¿ Por donde entraban los productos al puerto de Valencia y porqué había de todo allí?

Aunque cuando estalló la guerra mi hermana Lola y yo, como solíamos hacer cada verano,  estábamos pasando unos días con la tia Lola y el tio Elías en la masía  Banyeres de Mariola que ahora supongo gestionará algunos de los hijos de Salvador ya que fué él quien la heredó, se dudó si permanecer allí o trasladarse a Valencia.  Finalmente nos fuimos a Valencia pues Elias tuvo que incorporarse al despacho ya que con la guerra se incrementó el trabajo de ingeniería en lugar de quedar paralizado por la contienda.


Así pues nos separamos por un tiempo, hasta que de nuevo volvimos a su casa, en este caso, como he contado toda la familia. Después de la guerra  incrementamos si cabe el contacto que siempre había habido con nuestros primos y que se había fortalecido con el apoyo recibido.  Nosotras, todas chicas, estábamos ecantadas de ir a todas partes con nuestros primos que a su vez tenían gran número de amigos varones y mis  padres además confiaban totalmente en ellos, lo que nos beneficiaba en gran manera.Solíamos , entre otras actividades, ir juntos a la playa, en concreto a la zona que ahora ocupa el Hotel Las Arenas y que por aquella  época  era un complejo que incluía un balneario, una piscina, partes de playa reservadas, dos restaurantes, uno de ellos construido sobre una pasarela que se adentraba en el mar.

Reanudamos nuestros paseos por la tarde por los jardines de la Alameda que vovió a ser el lugar de encuentro de la juventud valenciana  que había sido antes de la guerra. Mi padre compró bicicletas a todos demodo que se convirtió en uno de los pasatiempos de la época preferidos tanto por nuestros primos como por nosotras y también para mi hermano Joaquín.

A pesar de las penurias propias de la posguerra, aquellos años fueron muy felices pues al hecho de finalizar los temores propios de la guerra se añadía el hecho de nuestra juventud y las ganas de vivir. Por eso me han quedado tan buenas sensaciones y recuerdos.

Además de salir con los primos y sus amigos, el enorme espacio del solar de la nueva fábrica se convirtió también en un lugar de encuentro, en este caso con los amigos de mi hermano a quienes añadíamos nosotros las amigas del colegio, especialmente con  con motivo de algún cumpleaños o celebración. El patio de la fábrica era un lugar idóneo para este tipo encuentros pues mis padres lo consideraban un lugar protegido y seguro en los años de la postguerra. Del mismo modo los padres de  amigos de mi hermano y de nuestras amigas estaban tranquilos sabiendo que estábamos bajo la atenta mirada de mi padre o  en su caso  de los trabajadores de la fábrica. Así pues tuvimos la suerte de poder alternar bastante con otros jóvenes de nuestra edad, divertirnos y soñar con posibles novios.

La fabricación de licores, y el almacenamiento de vinos y aceites, se recuperó y volvió a ser una actividad lucrativa en la medida que se alejaban los dífíciles años de la contienda. Empezó a  circular de nuevo el dinero.  Mi padre reanudó las estancias de veraneo en diferentes lugares. Por aquella època íbamos a veranear a Macastre. Aunque el primer coche de la familia lo había comprado mi abuelo en los años veinte dormía el sueño de los justos en el patio de la tienda junto a un par de viejas camionetas. De hecho no recuerdo ni la marca pero la que sí recuerdo fue la del coche que compró mi padre en el año 1942, un Lancia de fabricación italiana.  Mi hermano Joaquín que entonces tenía ___ años aprendió a conducir y lo llevaba en algunas ocasiones aunque mi padre  buscó un chofer para cuando había que hacer grandes trayectos  y especialmente para cuando, con motivo de las vacaciones, la familia estaba distante y él debía ir y venir a diario de la fábrica. Es por ello que finalmente Sarrión, sólo recuedo el apellido, uno de los chóferes de la fábrica se convirtió en el chofer de la familia. 

Un dia estando el coche en la fábrica, a causa de una avería,  mi padre, mi hermano Joaquin y el tal Sarrion sufrieron un accidente como consecuencia de dicha manipulación al estar los tres sobre el famoso Lancia. No recuerdo bién quien de los tres encendió un mechero con la intención de ver mejor y poder diagnosticar cual era la avería producida, cuando se produjo una explosión seguida de un incendio en el motor del coche. En la postguerra hubo un tiempo en que los cohes se movian con carburo y este fue el caso del Lancia familiar. El carburo es un gasbastante inflamable de manera que fue una imprudencia o un descuido acercar demasiado la llama de manera que quedaron heridos con importantes quemaduras los tres. Mi hermano fue el que llevó la peor parte pues las llamas alcanzaron su rostro. Mi padre se quemó la mano. Era el año 1943  Fué con motivo de este accidente cuando al intentar curar la quemadura, el médico se dió cuenta que no cicatrizaba bien la herida y se descurbrió que mi padre padecía diabetes. Mi padre tenía entonces 54 años de edad.

Recuerdo que ese mismo año mi hermana Amparín  cumplió los 8 años. A los once tomó la comunión en la iglesia de San Pascual Bailón, el dia___ . Como era costumbre, fuimos a desayunar a la chocaltería del Siglo Valeciano en la plaza de Santa Catalina junto la iglesia del mismo nombre puesto que el propietario seguía siendo cliente de mi padre, de la misma manera que lo había sido de mi abuelo. En realidad por esta chocolatería hemos pasado todos los hermanos cuando hemos tenido que celebrar alguna de las muchas comuniones de nuestros hijos y sobrinos, pues en aquellos tiempo se celebraba con algo parecido a lo que seria un gran desayuno. Este tipo de celebración temprana venía exigido por la necesidad de comulgar en la misa de la boda pues en aquel tiempo había que guardar ayuno desde las doce horas de la noche anterior.
Allí se invitaba a la familia extensa y luego la familia propiamente dicha y los amigos más allegados solían comer juntos como fue nuestro caso que  nos trasladamos a los locales de la fábrica donde se hizo una paella con lo que completamos la celebración. 

Poned aquí las fotografías de la celebración de la comunión de Amparo 

Además de la chocolatería del Siglo los propietarios tenían un restaurante en el chaflán de la calle de la Paz y la Plaza de la Reina y que hoy día sigue funcionando como cafetería. Este  fué el local preferido por el abuelo para las celebraciones de las bodas de todas nosotras.

Entre nuestros amigos de la Avda del Puerto con quienes nos reuníamos en los locales de la fábrica, recuerdo a los hijos de la familia Duato que  a su vez tenían una fábrica de sedas en la misma avenida. Ana Duato , la protagonista de la serie televisiva “ Cuentamé como paso” que tanto éxito sigue teniendo  recientemente es hija de una de las hijas de los Duato,en concreto  _________, que estudio conmigo en Santa Ana.  Aunque  conocíamos a los ocho hermanos de la familia Duato, con quien más nos relacionamos por ser los de nuestra edad fue con José, Manolo, Vicente e Ignacio. Los más pequeños eran de la edad de mi hermano Joaquín y por también mantuvieron la amistad durante años.

Cuando se activó  de nuevo el comercio de los vinos y licores  en la fábrica se vovieron a fabricar los  antiguos licores tales como el coñac Lolita nombre con el que mi abuelo bautizó uno de los coñacs con motivo del nacimiento de mi hermana Lola o el licor del Duque cuyo nombre se debía, como ya he comentado, al pueblo de origen de mis abuelos maternos. También se fabricaron licores nuevos como un anís al que se le puso por nombre comercial El Fígaro. Por aquel entonces se fabricaba también un licor de café que tenía muy buena aceptación. Si no recuerdo mal el licor de café es típico de la comarca de la Vall d'Albaida. Así pues es posible que mi abuelo ya lo fabricara y mi padre siguió con la tradición. También se volvieron a fabricar los jarabes con los que se hacían las limonadas que era una de las bebidas  más populares en aquel tiempo. Los licores de hierbas cuya base era el orujo, especialmente el licor de menta, tenían  muy buena aceptación en cafeterías, hoteles y restaurantes. Algunos de estos productos se vendían a a granel a otras bodegas que eran los que los embotellaban.

Al acabar la guerra, deberíamos habernos incorporado de nuevo al colegio, pero mi padre tenía recelo de volver a contratar nuevos trabajadores de manera nosotras fuimos ocupando algunos de los lugares vacantes tanto en la fábrica como en la tienda. El hijo de Jose Hueso que había trabajado en la tienda mientras su padre lo había hecho la fábrica,  debido a su fuerte implicación a favor de la república al finalizar la guerra tuvo que huir de España. A la fábrica volvió de nuevo Vicente Bataller quien se incorporó de nuevo al espacho como contable, también lo hizo  Paco Catalá y Jose Maria Michelena.  Lola que  había cumplido los diociocho años y mi padre la había puesto a trabajar  en la oficina  estuvo a punto de formalizar un noviazgo con éste último. Lola estaba llena de vitalidad y siempre estaba sonriente de manera que llamaba la atención y tenía muchos pretendientes. Finalmente aquella relación no se formalizó pues mi hermana conoció a  Ernesto Cozar quien con el tiempo acabaría siendo su marido y con quien tendría dos hijos: Mari Lola , la mayor, y Ernesto, el pequeño.

Mi hermana Lola y Ernesto vivieron primero en Valencia en la calle ________ próxima a la Avda del Puerto , pero luego se trasladaron a Barcelona en donde vivieron hasta el año _____. Por fin volvieron a Valencia en el año ________ y al poco tiempo mi cuñado Ernesto fué diagnosticado de un cancer de intestino y pasó sus últimos años en Valencia muriendo el año ______. Como mi sobrina Mari Lola se había casado en Barcelona el año ________con Miguel  Pérez y tenía tres hijos: Ana, Lola y Miguel, mi hermana Lola volvió a Barcelona una vez muerto su marido Ernesto y estuvo así cerca de sus hijos. Mi sobrino Ernesto  padeció la misma enfermedad que su padre y murió todavía jóven a los _____ años de edad. A los pocos años murió mi hermana Lola y fue enterrada en Barcelona.  Más tarde enviudó también mi sobrina Mari Lola quien vive con en Cardedeu, provincia de Barcelona, con su hija Ana y sus tres nietos. Su hija Laura vive en Manresa y su hijo Miguel casado con ________ tienen un hijo llamado _____ y viven en

También se incorporó a la fábrica de nuevo José Hueso a quien mantuvo en la  en la tienda cuando se cerró la fábrica, siendo el trabajador que más tiempo estuvo con mi padre.

Ademas de mi hermana Lola se incorporó a trabajar en la fábrica mi hermana Paquita  y yo misma y mi hermana Anita nos incorporamos a trabajar en la tienda. Por eso fuimos testigo de numerosas  anécdotas con los vecinos de la Avda del Puerto, clientes de la tienda.  Recuerdo una en la que  los conductores del tranvia paraban delante de la tienda de licores y bajaban del tranvia a tomar una copa con el abuelo, lo que no me explico es cómo la gente no protestaba ante esa improvisada parada. Supongo que a la simpatía de mi padre abría que añadir el hecho de que dos de sus cinco hijas, Ana y yo misma Carmen que, no es por nada, pero éramos bastante guapas y estábamos casaderas, estuvieran detrás del mostrador.

************************Hasta aquí revisado************************************

También ocurría a veces que al acabar el trabajo en la fábrica algunos trabajadores pasaban a la tienda a jugar una partida a las cartas o al dominó con el abuelo. Creo que el juego de cartas era el truc también llamado popularmente “Chamelo”. Mi padres siempre ha sido un gran aficionado a jugar a las cartas y al dominó y más tarde cuando compró el chalet de Godella del que os hablaré largo y tendido, se juntaba con nuestros maridos, los de todas las hermanas, y pasaban muchas tardes de los domingos jugando a las cartas pues no sólo era su pasión sino que acababa por contagiarla a los demás.

Como mi hermano Joaquin era en realidad el que más ayudaba a mi padre llegó a ser un gran experto en el tema de los aceites y vinos. Conocía el origen, el valor y las propiedades de cada uno de ellos. Por ello cuando se diagnosticó la diabetes a mi padre,mi hermano pasó a hacerse cargo de la tienda y cuando finalmente enfermó del corazón y tuvo un primer infarto se hizó cargo de la misma pues la fábrica se había vendido unos años antes. Mi sobrino Joaquin Navarro Morales ha sido quien ha continuado la saga de los Navarro al frente del negocio de vinos, aceites y licores.

( Contar a quien fue vendida la fábrica o los locales de la fábrica, por qué se vendio y cómo fue ese proceso)

( Buscar etiquetas antiguas de estos productos que hay por la tienda para reproducirlas como imágenes en el libro)

Una vez vendida la fábrica conservamos la tienda. Todavía hoy podéis contemplar el nombre completo de mi padre en el frontis de la fachada VINOS Y LICORES JOAQUIN NAVARRRO ZEA. Tiene exactamente la misma decoración de entonces y se conserva muy bien a pesar de los años. A los lados hay dos dibujos de dos conocidas marcas de licores, sobre fondo verde oscuro en baldosa fabricada en manises. A un lado hay una botella de Calisay y al otro lado una botella de …............ Así pues esta fachada data del año _____.

Por entonces la Avenida del Puerto tenía un diseño muy peculiar y totalmente diferentes al que tiene hoy día. Por la parte central discurría una carretera de doble dirección que , como todas las carreteras de aquella época, no era demasiado ancha de modo que los coches y camiones se cruzaban dando la impresión de que iban a chocar en cualquier momento. Hay que tener en cuenta además que aquella era una de las carreteras más transitadas pues unía la ciudad de Valencia con el puerto y viceversa. Quizás hayáis visto en alguna fotografía antigua de cómo era la avenida por aquel entonces. En la parte central, como digo, estaba la carretera construida con adoquines con los que se construía las calles de las ciudades a finales del siglo XIX y principios del siglo XX como podéis todavía ver en algunas de las poquísimas calles en las que se ha conservado. El asfaltado es algo más tardío. Unos adoquines que hacian saltar a los camiones y hacer sonar a las mercancías que transportaban. Si tenemos en cuenta que por entonces no se multaba por tocar al bocina o claxon de los coches, se producía durante el día un estruendo contínuo en aquella avenida.

A continuación, al lado de aquella carretera central había una larga fila arces meridionales, los populares “plátanos”, de unas dimensiones impresionantes lo que nos hace pensar que fueron plantados en el siglo XIX y que hacían una sombra preciosa en los calurosos meses de verano. Luego había una alcantarilla abierta o cuneta enorme que si caías dentro dificilmente podáis salir, destinada a recoger las aguas de las lluvias. Cuando se construyó la avenida se cuidó mucho que no se inundara ni se llenara de barro cuando llovía pues se trataba, como he dicho, de una de las arterias más importantes de la ciudad e inumerables carros hacían aquel trayecto. Mas al exterior de la calzada principal estaban colocadas sobre el suelo unas bandas metálicas con trazado de varios kilómetros pues su trazado empezaba en Valencia llegaba hasta el puerto y viceversa. De esta manera las ruedas de los carros tirados por caballos en aquel entonces pudieran deslizarse sobre ellas con rapidez y evitar clavarse en el fango cuando llovía, como había estado ocurriendo durante siglos. Las bandas metálicas de la derecha iban en dirección al puerto y por la parte contraria volvían del puerto hasta Valencia. No había pues posibilidad de choque. Cosa que no era infrecuente en los vehículos que circulaban por la carretera central. Se ve que algún alcalde inteligente debió darse cuenta que las mercancias sobre carros podían llegar al puerto en la mitad de tiempo, incluso cuando no había barro, gracias a aquellas láminas de metal. Por último antes de llegar a la acera estaba el tendido de las vias del tranvía. El ingeniero o arquitecto que planeó esta avenida había pensado en todo tipo de transporte existente en aquella època.

Así pues al ruído de los carros, carreteros, caballos y camiones se añadía el de los tranvías con sus campanillas sonando continuamente pues no había pasos de cebra ni semáforos y la gente estaba acostumbrada a cruzar por cualquier sitio. Además los gruesos plátanos impedían la visión de los transeuntes a los conductores de los tranvias que optaban por hacer sonar la campana por casi todo el trayecto. De hecho había numerosos atropellos. Pero lo peor de todo era cuando frenaban. Puedo deciros que cuando se acabó la tracción animal de los tranvias y se probó primero con el carbón y finalmente con la electricidad para reforzar la frenada se ayudaban de una arena que dejaban caer sobre las ruedas y aquello chirriaba como un demonio. Nosotros teníamos precisamente debajo de casa una parada del tranvía así que aquellos sonidos se nos metieron en la cabeza y nos han acompañado toda la vida. La verdad es que no sé cómo éramos capaces de dormir, especialmente en verano cuando por el calor teníamos la necesidad de dejar las ventanas abiertas.


Foto de la Avenida del Puerto de un grupo de personas que con motivo de los 25 años de la coronacion de la Virgen de los Desamparados ( ¿año 1948 ?) iban caminando por el por la avenida precedidos por el párroco de San Juan de la Ribera y en donde aparecen los siguientes nombres: Pepito Martínez, Maria Martinez, Luisita Llop. Hablad de estas amistades.

Cuando en el año 1965 se remodeló de nuevo la avenida del puerto, esta vez siguiendo criterios urbanísticos totalmente diferentes, sentimos mucho que se cortaran aquellos arces tan inmensos. Eran realmente monumentales. Su hilera ocupaban los tres o cuatro kilómetros que van desde lo que entonces era la Estación de Aragón, es decir la actual rotonda de final del puente de la Gran Via y principio de la nueva venida de Aragón hasta el puerto.

Pero por aquellos años ,mientras mi padre trabajaba en la fábrica y en la tienda de licores, al otro lado de la avenida mi madre, la abuela Paquita, estaba dirigiendo la casa en donde crecimos.

Hay que pensar y darse cuenta de las complicaciones de llevar una casa con seis hijos en aquel tiempo. Por ejemplo, como no existían los frigoríficos había que ir a comprar en muchas ocasiones dos veces al día, pues aunque se conocían muchas maneras de conservar los alimentos bien secos, bien en sal o aceite, había productos como el pescado, el pan o la carne que había que consumirlos prácticamente en el mismo día. La ropa había que lavarla a mano. Las sábanas por ejemplo estaban confeccionadas con un hilo de lino o algodón más grueso que hoy día y no se conocía la fibra de tergal de manera que había que planchar toda la ropa sin excepción. Del mismo modo ocurría con toda la ropa.

En nuestra casa mi madre siempre contó con varias señoritas o señoras que le ayudaban en las tareas domésticas. En aquel entonces reibían el nomb re de “ criadas”. Este nombre hace referencia al origen de las señoritas de servicio que en siglos anteriores eran llevadas casi niñas de las casas de familias pobres, generalmente en los pueblos, a las casas de los señores en la ciudad. Allí pasaban a formar parte de la familia si bien manteniendo siempre las distancias con los señores. Hoy día se llaman empleadas del hogar y son pocas las que viven en el mismo piso que las personas a quienes sirven,pero entonces no era así. Algunas de ellas, especialmente las que se dedicaban a cuidado de los niños, a veces vivian toda su vida junto a los señores, aunque la mayoría marchaban con motivo del noviazgo o casamiento. Hubo épocas en que mi madre llegó a tener tres criadas. Una encargada de la ropa, otra para la cocina y por último otra para ayudar en el cuidado de los niños. Así pues hubo momentos en que en el piso de la Avda del puerto vivíamos diez personas.

( Contad anecdotas sobre los vecinos de la escalera, D. Antonio y Dña Mercedes, de la portera, etc, como se lo pasaron durante la guerra y qué tipo de relación se mantuvo después)

Pero aunque la guerra había se había acabado y el negocio prosperaba, la vida consiste siempre en una mezcla de alegrías y preocupacion. En el año____ se le diagnosticó a mi madre un cáncer de mama. Anita que fue la primera de todas nosotras en casarse, ya se había casado con Rafael. D. Ramón Rodrigo Bosch era por entonces ya nuestro médico de cabecera. Él a su vez estaba emparentado con la familia Bigné por su esposa Concha Bigne Badía, en la que había un médico dermatólogo llamado D. José Bigné. Mi madre tenía una berruga en el pecho que en un momento dado sangró. D. Ramón oscultaba a menudo a mi madre a consecuencia de sus numerosos constipados que ha veces habían acabado en pulmonías pues tenía los bronquios muy delicados. D. Ramón vió la berruga y al ver el mal estado de la misma le hizó ir a su cuñado D.José Bigné cuya clínica estaba entonces en la calle Ruzafa , quien la diagnosticó como cancerosa y pidió que se le operara.

Entonces nos dimos cuenta que aquel cáncer era la causa de su pérdida de peso progresiva y sin motivo aparente que se estaba produciendo desde hacía un año y de la que no encontrábamos explicación.

La operación tuvo lugar en el Hospital de la Cruz Roja, por el jefe del departamento donde trabajaba ya como médico, mi primo Joaquin Lopez Navarro, el doctor cirujano que le extirpó el pólipo era un médico militar llamado __________. Entonces por supuesto no existía ningún tipo de tratamiento de quimioterapia de modo que se le extirpó todo el pecho izquierdo así como los ganglios del brazo izquierdo. La verdad que aquello resultó una verdadera carnicería, pero en aquella época era a lo que debía someterse quien quería librarse de un cáncer. Una vez hecha la intervención mi madre mejoró y no tuvo ya ninguna recaída. Efectivamente a mi madre no se le reprodujo el cancer y vivió sin el pecho pero sana durante el resto de su vida aunque con aquellas enormes cicatrices que le recorrian el pecho, la espalda y el brazo. Poco a poco se fue recuperando de su abatimiento y aspecto físico que, como puede verse en las fotografías de aquella época, había llegado a ser muy preocupante.

Era el año 1947 al poco tiempo de tomar la comunión mi hermana Amparo y el mismo año que nació mi sobrino Rafael hijo de Anita y Rafael.

Fue un golpe muy duro para ella porque siempre había sido muy presumida y le gustaba llevar escote pero como en aquellos tiempos los vestidos eran todos hechos por modistas, supo agenciárselas para elegir aquellos diseños que con fruncidos, etc. , disimulaban la operación sufrida.
En cuanto se encontró bien siguió tan activa como siempre.

De la misma manera que había ocurrido antes y durante la guerra, nuestra familia siguió muy ligada a la iglesia y en concreto a la parroquia de San Juan de la Ribera. Los párrocos que recuerdo fueron D. Alfonso Roig durante el tiempo de guerra y más tarde a D.Idelfonso Rausell que fue quien nos casó a la mayoría de las hermanas. Yo en concreto pertenecía al coro de la parroquía e iba cantar siempre que había una celebración. Este párroco fue quien recomendó más tarde a mi marido Carlos que entonces era mi novio para que pudiera hacer el servicio militar con el capitán __________ en _______________.

Aquí colocar todas las anécdotas del noviazgo y la boda de Carlos y Carmen. También los trabajos que realizó Carlos. Cómo trabajó precisamente por la comarca de la Albaida y conoció a industriales y gente de la Pobla del Duc y poblaciones cercanas. Cómo viajaba en aquella época, lo coches que tenía para sus desplazamientos, en qué consistía su trabajo como asesor, etc.

Mi padre fue uno de los que contribuyó a la construcción del seminario de Moncada con una cuota durante muchos años. Después de la guerra se produjo un gran incremento de vocaciones religiosas y se abordó la construcción de un grandísimo seminario que fue costeado con las aportaciones privadas de muchos valencianos. Hoy día ocurre todo lo contrario, hay tan pocas vocaciones que no sirve como lugar de estudio de los futuros sacerdotes sino que se ha convertido en la Universidad Ceu San Pablo.

En general las costumbres que llamamos religiosas o cristianas eran muy diferentes de las de ahora. Por ejemplo en Semana Santa o en Navidad las celebraciones duraban varios días. La Noche Buena consistía en una gran cena con todo tipo de platos exquisitos, frutos secos y por supuesto licores. Esperábamos despiertos para ir a la Misa del Gallo, por mucho frio que hiciera. Cantábamos todos juntos villancicos y cuando vosotros erais pequeños os hacíamos cantar alguno sólos o recitar una poesía antes de recibir las estrenas por parte del abuelo que las daba en primer lugar a los hijos y luego a todos sus nietos. De esta manera celebrábamos la cena de Navidad como un preámbulo de la misa a la que asistíamos luego que era una de las más solemnes del año. Por supuesto era casi toda ella cantada y vosotros os dormíais la mayoría de las veces. No era tan larga como podéis ver por televisión cuando la celebra el Papa, pero poco le faltaba. La verdad es que año tras año no entendíamos la Navidad sin aquella cena en que nos veíamos todos. Nunca dejamos de celebrarla, a pesar de que nos fuimos casando todos los hermanos y abandonando la casa de mis padres, pero ese día era sagrado y veníamos con nuestros maridos e hijos a celebrarla con mis padres. Seguramente muchos de vosotros tendréis también gratos recuerdos de las Navidades. A mi padre le gustaba, como era tradicional, poner un Belén bien grande que recordaréis solía ponerse en la entrada, sobre el aparador del comedor o en la sala donde estaba el piano en que mi hermana Amparín ejercitaba sus estudios de música. Todos os empeñábais en abrir y tocar el piano.

Algo parecido a las costumbres familiares de la Navidad ocurría en Semana Santa, aunque debido a la época tan diferente del año los ritos eran diferentes. Acudíamos a la iglesia desde el Jueves Santo para visitar lo que se llamaban los Monumentos que eran unos altares muy bonitos adornados con todo tipo de flores en donde se exponía el Santísimo durante toda la noche. Se construían esa clase de Monumentos por las diferentes iglesias de Valencia y era costumbre visitarlos durante la tarde y noche del jueves santos. Algunos de los feligreses se comprometían a hacer vigilia durante la noche junto al Monumento de su iglesia. Nosotras éramos de las que participábamos en estas vigilias pero en especial mi hermano Joaquín y mi padre pasaban allí gran parte de la noche cada año. Al día siguiente el día de viernes santo por la mañana las mujeres vestían con mantilla y peineta y juntos con sus maridos, hijos,etc hacían las visitas a los munumentos. Por la tarde había una liturgia larguísima consistente en rezos y recitaciones de salmos, una especie de lamentaciones por la conmemoración de la muerte de Cristo. Por último el sábado por la tarde asistíamos a la misa que conmemoraba la resurección de Jesús y finalizaba alrededor de las doce de la noche que era cuando empezaban a tocar las campanas en todas las iglesias de la ciudad. El domingo de Resurrección era ya una fiesta más familiar consistente en hacer una comida todos juntos y como el tiempo generalmente acompaña en primavera la abuela solía cocinar una paella. Cuando mi padre compró el chalet de Godella, como os contaré con detalle más adelante, trasladamos los ritos de Semana Santa a la ermita de la subida de Godella, cerca de donde estaba el chalet y luego celebrábamos allí el resto de la Pascua que duraba toda una semana hasta el dia de San Vicente en Seguramente recordaréis cómo se hacía una gran paella. Vosotros salíais corriendo a jugar con los amiguitos que ibais haciendo con el transcurso de los años. El resto de los ritos tales como “la búsqueda del pascuero y la pascuera”, ir a merendar al monte, “ saltar a la comba” o “ empinar el cachirulo” vienen de muy antiguo y los hemos celebrado tanto nosotras cuando éramos pequeños como mis hijos y mis sobrinos más mayores. Seguro que los recordáis.

Al finalizar la guerra en torno a los años cuarenta empezábamos a convertirnos ya en unas señoritas. Lola era la mayor y resultaba muy atractiva con su tipo y su pelo rubio con tonos pelirrojos, de manera que pronto tuvo detrás unos cuantos pretendientes. Bueno, la verdad es que todas tuvimos éxito en la medida en que nos íbamos haciendo mayores, así que mi padre siempre tenía que estar atento y atender a los muchos pretendientes que se acercaban a la fábrica o a la tienda disimuladamente intentando confraternizar con él, pero en realidad con un ojo echado a alguna de sus hijas.
Hasta que mi padre compró Godella veraneamos en diferentes lugares. Un verano estuvimos en Macastre. El abuelo contrató toda la pensión que estaba a las afueras del pueblo cerca de la fuente del Bolot durante los meses de julio y agosto. Mi hermana Anita y mi cuñado Rafael ya habían formalizado su noviazgo y vinieron como novios. A su vez la novia de mi primo Joaquin López Navarro se llamaba Quinin Casquero y veraneaba desde hacía años en Macastre, en casa de una tia soltera que tenía allí una casa muy grande y bonita que heredó a su muerte. Hoy tiene aquella casa mi sobrino segundo Carlos Lopez Casquero quien la ha conservado tal cual y en la que pasa grandes temporadas pues le tiene mucho aprecio.

Del grupo de amigos de Joaquin Lopez Navarro y Rafael Rodrigo Bigné era también Vicente Valiente, que ha tenido un almacén de maderas en la calle Eduardo Boscá hasta los años setenta.

Nosotras habíamos cumplido por entonces los veinte años y nos estaba ya permitido participar en verbenas y bailes que normamente se organizaban en casa de los padres o bajo su supervisión. Así pues después de los veranos manteníamos el contacto con mis primos y sus amigos.

La casa de la tia Lola era el lugar idóneo y preferido por todos nosotros pues tenían una terraza muy amplia. Allí pasábamos algunas tardes de los fines de semana. Allí aprendimos a bailar al son de la música de los antiguos picús, también llamados por entonces gramolas, cuyos discos eran de baquelita pero que sonaban bastante bien, o al menos eso nos parecía. Allí escuchamos por primera vez jazz y los ritmos de moda en aquella época como el fox trot, el swin o el mambo.

Además de la casa de la tía Lola, también podíamos contar con la casa de mis padres. En este caso era mi hermano Joaquin quien traía amigos y nosotras conocidas Marita Bellver, Isabelita Sanz , Teresa Vidal cuya amistad hemos mantenido durante mucho tiempo y que como nosotras se fueron casando poco a poco.

Aunque Amparín tenía mucha curiosidad pues éramos las hermanas mayores, no le estaba permitido entrar y la pobre tenía que pasar la tarde viendo cómo jugaba mi padre a la ajedrez con algún que otro amigo o se la llevaba a pasear, mientras mi madre permanecía en casa, supervisando y controlando la situación.

Poco a poco , tras conocer a muchos chicos, fuimos eligiendo poco a poco a quienes iban a ser nuestros novios y luego nuestros maridos. Formalizamos así primero nuestros noviazgos pues era la manera en que podíamos dar a conocer a nuestros futuros maridos y también era la forma en que las diferentes familias de los novios tomaban contacto. Lola formalizó su noviazgo con Ernesto Cózar, Paquita con Ricardo Pons, Ana como he comentado con Rafael Rodrigo, y yo Carmen con Carlos Sanz-Daza. Amparin más tarde conoció a Amadeo Segarra al poco tiempo de ir a veranear a Godella y por último mi hermano Joaquin conoció a Amparo Morales en el año______.

(Contar anécdotas de cada uno de los noviazgos)

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Anita fue la primera de mis hermanas en contraer matrimonio. Su boda tuvo lugar en la capilla del Santo Cáliz de la Catedral de Valencia y recuerdo que llegaron en una carroza muy bonita de color verde y negro tirada por dos caballos. Luego el convite de boda fue en la capilla del Santo Cáliz de la Catedral de Valencia. Se casaron el día 24 de octubre de 1945 día de San Rafael que por aquel entonces se celebraba en octubre y no en septiembre como hoy en día. Los padrinos de la boda fueron mi padre Joaquin Navarro Zea y Concha Bigné Badía, madre de Rafael.
( Contad anécdotas de la boda)

De este matrimonio nacieron  mis seis sobrinos: Concepción que nació el dia 27 de julio de 1946, Rafael que nació el dia 10 de noviembre de 1947, Joaquin que nació el dia 5 de abril de 1948, Juan José nacido el de julio de 1953, Javier el dia 24 de noviembre de 1955 y Ana María que nació el dia 26 de diciembre de 1957.

Al año siguiente, a los seis meses, el dia 26 de abril de 1946 se casaron Lola y Ernesto Cozar. La boda tuvo lugar en la parroquia de San Juan de la Ribera y fueron los padrinos de boda ___________y _____ Ellos fueron los padres de mis sobrinos , Mari Lola nacida 18 de enero de 1947 y Ernesto que nació el dia ____ de____ de_____.

Mi sobrina Mari Lola se casó con Miguel en el año 1969 y vive actualmene en Barcelona con sus hijos Laura, Ana y Miguel. Miguel, su marido murió en 1980

( Lo mismo, contad la boda de Lola con sus correspondientes anécdotas)

Mi hermana Paquita y Ricardo Pons, fueron los terceros en casarse. Se casaron el día 2 de enero de 1945. Mi cuñado Ricardo tenía tres hermanas Consuelo, Pepita y Marina que vivió en Madrid hasta el año____ en que se trasladó a Valencia. Ricardo era muy aficionado a la música y llegó a tocar el saxofón en un conjunto pero al final se ganó la vida como personal civil del ejército de tierra, y trabajó casi toda su vida en el Gobierno Militar. No tuvieron hijos. El año _____se trasladoron a vivir al barrio de San José donde vivía mi hermana Ana, en concreto en la calle Vinalopó nº 4 al lado mismo de la Plaza del Xuquer donde vivía Ana y Rafael que por aquel entonces ya tenían cinco hijos. Recuerdo que mi madre, la abuela Paquita , estaba siempre muy preocupada con que Ana tuviera ayuda por su numerosa descendencia y por ello Paquita y Ricardo que después de vivir en la calle de Cirilo Amorós habían trasladado su residencia al barrio de San José , muy cerca de donde vívía mi hermana Anita, estuvieron siempre con ellos, echándole una mano y haciendo como de segundos padres para mis sobrinos. Cuando murió Ricardo el año 1973, mis sobrinos ya eran mayores y Paquita se volvió a vivir con mi madre que por entonces tenía ya ____años, en el piso de la Avenida del Puerto. Cuando mi madre murió el 3 de febrero de 1976, Paquita siguió viviendo en el piso hasta el día de su muerte ocurrida el ____ de___de_____. Desde la muerte de mi madre y durante algunos años estuvo ayudando a mi hermano en la tienda de licores.

Unos años más tarde, el 23 de octubre de 1955 me casé yo, Carmen con mi prometido Carlos Sanz- Daza Suarez también en la Basílica de la Virgen de los Desamparados. Fueron los padrinos de la boda__________y _________ , tuvimos un hijo, Carlos San-Daza Navarro que nació el dia _____ de ____ de ______.

Primero tuvimos nuestra vivienda en el nº___de la calle Islas Canarias hasta el año ______ en que nos trasladamos a vivir a la calle Bachiller. Como marido Carlos tenía muchos clientes de los pueblos y necesitaba tener el despacho lo más céntrico posible nos fuimos a vivir al pasaje del Dr. Serra. Con el tiempo el despacho se pasó a otro piso, pero nosotros seguimos viviendo en el pasaje y es ahí donde vivimos ahora. Mi hijo ha seguido la profesión de su padre y tras estudiar empresariales y económicas ejerce también como asesor fiscal en el mismo despacho. Mi nieto
Carlos contiúa la saga de asesores fiscales y ha empezado a trabajar recientemente en el mismo despacho.
Amparin y Amadeo Segarra____________se conocieron el año ______. Lo recuerdo muy bien porque fue el mismo en que mis padres compraron el chalet en Godella. Estuvieron de novios ____ años y finalmente se casaron el 20 de junio de 1958 en la capilla del Santo Cáliz la iglesia de _____________. Fueron los padrinos Ines Ventura, la madre de Amadeo y mi padre Joaquin Navarro y tuvieron una hija Amparo Segarra Navarro quien nació el 13 de abril de _____ de _____de 19______. Amadeo acabó su carrera de medicina poco antes de casarse con la especialidad de endocrinología. Trabajó durante muchos años en el Hospital de la Cruz Roja en la calle Alboraya y abrió una clínica particular en la que estuvo ejerciendo hasta el día de su muerte que ocurrió el dia 28 de diciembre de 19_____.

Da la casualidad que el padre de mi cuñado Amadeo, D. Amadeo Segarrra, había comprado junto con su hermano _____una finca en el término municipal de La Pobla del Duc llamada El Terranet Sin embargo este hecho no tuvo nada que ver el noviazgo entre mi hermana y Amadeo sino, como os he contado, con el hecho de la compra de Godella. Esta finca tenía tales dimensiones que si se quería visitarla en un día era necesario hacerlo en coche. Incluía un caserón muy antiguo de arquitectura tradicional agricola con numerosas dependencias como vivienda de los propietarios, de los medieros y otros trabajadores. Tenía también un horno, un molino, cuadras para todo tipo de caballerías, dependencias o almacenes para guardar la paja, el grano, los aparejos de labranza, tractores, trilladoras y máquinas en general.

Al morir D. Amadeo relativamente joven pues acababade cumplir los sesenta y dos años, su hijo mi cuñado Amadeo, no pudía hacerse cargo de la gestión de una explotación agrícola de aquellas dimensiones, por otro lado su carrera profesional como médico no le permitía desplazarse continuamente a más de cien kilómetros de Valencia, así pues decidió venderla. Finalmente la finca fue vendida al que hacía las funciones de adminstrador de la finca allá en la Pobla del Duc ,_____________. Su hijo se casó precisamente con __________una de nuestras primas de la Pobla _____, de modo que de alguna manera todo quedó en familia aunque un poco lejana, pero si alguna vez visitáis la Pobla del Duc podéis preguntar por ellos y sus descendientes.

El último en casarse fue mi hermano Joaquín que lo hizo el día 2 de julio de 1959, a la edad de ____ años. Se casó como ya había empezado a contaros con mi cuñada Amparo Morales. La ceremonia de la boda tuvo lugar en la iglesia de ____________.Han tenido tres hijos, mis sobrinos Inmaculada, Joaquín y Amparo . Joaquin Navarro Morales ha sido quien ha continuado la saga de los Navarro en la tienda de licores hasta el día de hoy. Así pues esta larga historia que os estoy contando desde mis bisabuelos, abuelos, padres y hermano, todavía no ha llegado a su fin.

Cada uno debe añadir historias y anécdotas de sus respectivas familias si se quiere hasta el día de hoy.


LOS AÑOS DE MADUREZ

El año____mi padre había cumplido ya los cincuenta años y como ya he comentado se le había diagnosticado la enfermedad de la diabetes, es decir el exceso de azucar en la sangre debido a un deficiente funcinamiento del pácreas vesícula encargada de la regulación del azucar. A su vez mi madre acababa de ser operada del cáncer de mama y aunque la operación parecía haber ido bien, todavía se desconocía las consecuencias futuras y la evolución de la enfermedad. Anita, Lola, Paqui se habían casado y yo misma lo había hecho recientemente. Fueron años díficiles en los que mi padre se sintió abatido tanto por su enfermedad como por la de mi madre. Así pues seguramente tras una larga y difícil decisión decidió vender la fábrica de licores y conservar solamente la bodega tienda como modo de vida.
Era también el año en que mi hermana Ana se trasladó a vivir a Alcira porque a su marido le habían dado una plaza como profesor en el instituto laboral de aquella localidad. Mi hermana tenía por entonces ya tres hijos hasta entonces habían vivido en la calle Salamanca. La mayor de mis sobrinas Concha tenía cuatro años y Rafael y Joaquin tres y dos respectivamente. La hija de mi herman Lola y Ernesto, Mari Lola había cumplido también tres años. Y todo hacía preveer que vendrían más nietos y nietas en la medida en que se iban casando el resto de sus hijos.

Fué entonces cuando mi padre debió pensar que la vida pasaba deprisa y trató de reorientar su vida.
Con la venta de la fábrica podría estar más cerca de mi madre que acababa de pasar aquel trago tan amargo.

Hay que hablar del carácter del abuelo y de la abuela, sus preocupaciones, sus enfados y sus alegrías. Contar algunas anécdotas

Con la venta de la fábrica de licores la plantilla de trabajadores se había reducido sólo a dos personas. Una de ellas, una de ellas como ya os he comentado fue Jose Hierro y el otro_________. Aunque el negocio de la tienda también tenía sus preocupaciones ya no era lo mismo.

Mis padres empezaron a disfrutar de un margen de tranquilidad de la que no había disfrutado en años anteriores, hasta ese momento. Afectado como estaba por su enfermedad y la operación de mi madre debió pensar en que era necesario un poco más de la vida y hacersela disfrutar a quienes le rodeaban.

Al tiempo que redujo su tiempo de dedicación al negocio, empezó a pensar en comprar un casa en la que pasar temporadas de descanso y en especial los veranos. Un lugar amplio en el que pudieran estar sus hijas y sus nietos especialmente los veranos, cuando estos dejaban de asistir al colegio. Fué así cómo buscando dónde tener este lugar de descanso, supo que en el término municipal de Godella se vendía un chalet. Fué a verlo . Se trataba de unos chalets adosados, rodeados de una pequeña parcela que incluía una zona ajardinada delante y un patio detrás de la casa, con dos puertas a dos calles, la de delante con una amplia berja y la que comunicaba el patio a la calle de detrás. Aunque cada chalet era difente debido a las reformas que cada dueño hacía en la parcela, casi todos mantenían un mismo estilo muy al gusto de la época.

Los alrededores del pueblo de Godella se habían convertido en un lugar de veraneo. La zona urbanizada en donde se habían construidos estos chalets se llamaba el Tercio por tratarse de tres calles de chalets prácticamente iguales y estaba ubicada no muy lejos del pueblo. Contaba con una ermita a donde se podía ir los domingos a oír misa sin necesidad de llegar hasta el mismo pueblo. Los chalets había sido construidos durante los años _______, así que eran relativamente nuevos. Además la estación del tren eléctrico de vía estrecha no estaba lejos de manera que podía ser el medio de transporte adecuado para quien hubiera de ir hasta allí, pues en aquella época muy poca gente disponía de coche. Entre el chalet y las últimas calles próximas a la estación había una calle ancha y otra más estrecha paralela a la misma donde se habían ubicado numerosas tiendas y comercios que suministraban todo lo que necesitaban los que vivían en el Tercio. Así pues tampoco era necesario llegar hasta el mercado del pueblo para hacer las compras. El lugar pues parecia adecuado al objetivo que se había trazado mi padre.

Recuerdo la cantidad de horas que pasamos comprando en aquellas tiendas, cuando años despues empezamos a reunirnos todos en el chalet de Godella y había que hacer grandes compras. La manera de comprar entonces muy distinta de la manera de comprar actual, empezando porque no había grandes almacenes en donde se encuentra de todo y acabando porque tampoco había frigoríficos como los actuales en que es posible congelar todo durante muchos días,. En todas las tiendas había sillas para que la gente se sentara, pues comprar era un acto social que incluía charlar preguntar por los demás y contar cosas de los hijos, los nietos y demás familia.
Así pues mi padre hizo las gestiones oportunas para comprar un chalet en aquella zona del término municial de Godella y lo hizo con cierto sigilo pues quería darle una sorpresa a mi madre. Pero todo aquello quedó sólo en un intento pues dió la casualidad de que una de las muchas familias que vivían en la Avenida del Puerto con quien mi madre tenía algo de trato, tenía también un chalet en una de las calles de aquella urbanización y conocía a la familia Cerezo que vivía en el chalet que después pasó a ser de nuestra propiedad y que estaba ubicado en la calle General Godet nº 3.

Es una historia curiosa. El hijo de esta familia Cerezo que se llamaba______ se había puesto en relaciones con la hija del Gobernador de Valencia. Por cierto conocían también a mi primo Joaquin Navarro y mi cuñado Rafael pues habían sido compañeros en la División Azul.

El caso es que la familia Cerezo no era una familia demasiado rica y la boda que iba a realizarse les estaba suponiendo un quebradero de cabeza y todo un reto económico. El padre tenía un cargo en la jefatura de correos pero poco más. De modo que decidieron poner en venta el chalet para hacer frente a los gastos que se les venían encima. De este modo fue como mi padre tuvo noticia de la venta del chalet .

Ya hemos comentado con qué rapidez corrían las noticias en aquella época de boca en boca. El caso es que un buen día una vecina de mis padres a la salida de misa de la parroquia de San Juan de la Ribera a donde acudía mi madre a diario le dijo:

  • Ya veo que vamos a ser vecinas, doña Paquita
  • ¿Cómo vecinas? - respondió mi madre - Vecinas ya lo somos.
  • No, no vecinas en Godella. ¿ No están uds comprando un chalet en Godella ?
  • ¿En Godella? , preguntó toda extrañada mi madre. ¿ Cómo puede ser eso? Seguramente está ud. equivocada. Yo no conozgo Godella de nada, ni nunca he estado allí.

Mi pobre madre no podía entender lo que le decía aquella mujer, y todas las explicaciones que trataba de darle no hicieron sino confundirla todavía más.

Cuando mi madre volvió a casa y comentó a mi padre lo que había dicho la vecina, mi padre se quedó de piedra y no tuvo más remedio que contarle lo que estaba haciendo y en qué punto estaba el posible acuerdo de compra. Su intención había sido llevarla allí para darle una sorpres y mostrarle la casa pero nada de lo previsto fue posible.

Mi madre se alegró de la iniciativa de mi padre pues debió pensar que ya era hora de dedicar algunos recursos económicos a algo que no fuera la fábrica o la tienda. Desde luego Godella fue no sólo para ella sino también para mi padre y para todas nosotras un lugar lleno de recuerdos, en donde pasamos momentos muy felices, precísamente cuando nuestros hijos eran pequeños y más lo necesitábamos.

Era una casa grande y sobre todo en un lugar ideal para que los niños pudieran jugar en la calle sin peligro alguno e incluso podía jugar en el monte cercano pues la calle a la que daba la puerta del patio trasero era la última la urbanización.

Mis padres se mostraban siempre contentos cuando íbamos a Godella a estar con ellos. Tuvieron siempre las puertas abiertas a todos sus hijos. Pasamos allí momentos inolvidables. Sus nietos encontraron un lugar en el que estar juntos algunas temporadas. De hecho mi hijo Carlos recuperó no hace mucho toda una serie de fotografías y películas realizadas en Godella principalmente por mi cuñado Ricardo el marido de mi hermana Paquita que era muy aficionado a la fotografía. Carlos pasó todas esas cintas a una única cinta de vídeo que ahora tenemos y podemos ver y recordar. En este vídeos se nos puede ver a todos nosotros todavía jóvenes y a vosotros como los niños que erais.

Era el mes de enero de 1949 cuando mi padre compró el chalet de Godella y e veintidós de ese mismo mes, día de San Vicente patrón de Valencia, se hizo la primera paella con motivo de su inaguración. A partir de se hicieron habituales las paellas muchos domingos y por supuesto en la semana de Pascua y en verano, siguiendo esa tradición tan valenciana. Recuerdo que en aquella época se comía más que ahora, pues generalmente tambien se cocinaban segundos platos incluso cuando había paella. Así pues nos cuando nos reuníamos todas las hermanas ayudábamos a mi madre en la cocina, en la casa e incluso en atender a hijos y sobrinos más pequeños y por eso y otras razones tenemos recuerdos tan gratos de aquellas convivencias.
En Godella



No acabaríamos nunca de contar tantas anécdotas ¡Cuantas veces, por ejemplo, hemos recordado al tio Tolo! Aquel hombre que repartía las barras de hielo con un carro por las casas. Era un hombre con muy bu en carácter que lo traía cada día desde la fábrica de hielo que había en el pueblo hasta los chalets.Recuerdo cómo al oír su voz, pues gritaba para anunciar su llegada con la mercancía, corríais rápidamente a la parte de detrás de la casa y salíais por la puerta que daba al patio para pedirle trozos de hielo. Al tio Tolo parecía divertirle verse rodeado de la chiquillería y se entretenía con vosotros.

Hay que tener en cuenta que los únicos frigoríficos que existían entonces no fabricaban el hielo sino que había que conseguirlo trocendo las barras que traía el tio Tolo e introduciéndolas en él, de manera que cada día había que renovarlas.

Pero benditos frigoríficos pues aunque eran un tanto primitivos con ellos se evitaba tener que ir a comprar varias veces al día especialmente en el verano cuando los alimentos se descomponen con facilidad.

Cuando mis padres se trasladaban a Godella, mi madre se llevaba allí a las criadas pues era raro el día de las vacaciones de Pascua o verano que hubiera por allí varios nietos. Realmente era un privilegio disponer de un lugar así cuando los niños no tenían colegio. Pero además era una ocasión para renovar los lazos familiares que nos habían mantenido unidas durante aquellos años difíciles de la adolescencia y la juventud y poder convivir de nuevo con nuestros padres que se iban haciendo mayores.

Como la familia Navarro Santamaría había crecido con una nueva generación y era ya grande fue incluso necesario hacer turnos pues aunque la casa era grando no cabíamos todos al mismo tiempo cuendo se trataba de pasar la noche. Pero como en algunas ocasiones nos apetecía éramos capaces de organizarnos bastante bien. Por supuesto los domingos y otras fechas señaladas sí acudíamos todos y era necesario montar esas largas mesas con caballetes que aparecen en las fotografías para disfrutar de las comidas o las cenas de verano.

¡ Cuantas tardes, una vez acabadas las faenas de la casa, nos sentábamos a la fresca en la terraza que había delante de la casa frente al jardín y charlábamos con mi madre mientras nuestros maridos jugaban sus partidas de cartas con mi padre a sólo unos metros! ¡ Cuantas veces hemos trenzado broches de flores de jazmin por para regalarnoslos entre las hermanas por simple diversión! ¡ Cómo olían los pinos, el limonero y el enorme jazmin de la terraza ! Todos son recuerdos tan bonitos......

¡ Cuantos paseos por las calles del Tercio y para ir hasta la ermita y luego volver mirando los jardines de los chalets cercanos! ¡ Cuantas veces íbamos hasta el el pueblo a tomarnos un helado y volver para disfrutar de los atardeceres! Recuerdo que cuando venían Paqui y Ricardo que eran muy aficionados al cine, acabábamos todos yendo a la terraza de verano que había en el pueblo.

Pero seguro que quien tiene los mejores recuerdos de Godella es mi hermana Amparín pues como ya he comentado fué allí donde conoció a quien iba a ser su marido Amadeo Segarra. Aparín tenía apenas dieciseis años cuando mi padre compró Godella. En el año 1950 se formalizó su noviazgo con Amadeo. D. Amadeo y Dña Ines, los padres de Amadeo, tenía allí chalet antes de que mi padre lo comprara. Eran realmente nuestros vecinos pues su chalet estaba a sólo unos metros en la calle de detrás. Rápidamente se estableció una gran amistad. Amparo y Amadeo se conocieron …...

(la tia Amparín contará la historia) 

En el año 1960 mi hermano Joaquin tuvo un segundo accidente, pues ya os he relatado antes en qué consistió el primero: se quemó la cara y parte del cuerpo cuando ardió el motor de carburo del Lancia que teníamos  En esta ocasión estábamos en la playa pasando el día, invitados por mi cuñado Rafael que como os he comentado con ocasión de su amistad con mis primos, era muy aficionado a las embarcaciones y tenía un patín a vela, es decir una especie de catamarán, con el que le gustaba navegar y llevar a la gente de aquí para allá mar adentro. Recuerdo que era la playa de la Malvarrrosa donde mi hermana Anita y su marido alquilaban todos los veranos una casa, concretamente en el barrio de los pescadores donde estaba el antiguo monumento a Joaquin Sorolla que la riada de mil novencientos cincuenta y siete se llevó por delante y ya no se volvió a reconstruir nunca más.

Aquel día habían cogido una pequeña barca de remos con la que se adentraron al mar a coger un balón playero de esos que están llenos de aire y pesan poco. Era un día que soplaba un fuerte viento de poniente, es decir un viento que soplaba en dirección al mar, y no calcularon bien sus fuerza a la hora de remar y contrarestar la fuerza del viento. Cogieron pues el balón que se había alejado muchos metros de la orilla pero cuando intentaron volver a la orilla ya no pudieron hacerlo porque arreció el viento de poniente y empujaba más y más la embarcación hacia alta mar. Remaron con todas sus fuerzas pero apenas avanzaban hasta la costa hasta que se agotaron.

Pasaba el tiempo y como no regresaban, mi hermana empezó a preocuparse y fué en busca de unos pescadores para comentarles lo que pasaba, pues ella se dió cuenta que el mar los estaba arrastrando cada vez más adentro. Los pescadores estaban ya descansando en sus casas tras la jornada de pesca. En aquel tiempo las barcas pequeñas que eran las que se podían ver varadas en la arena a lo largo de toda la playa de la Malvarrosa y Canyamelar salían de madrugada a pescar cuando el sol todavía no había salido y volvían hacia las ocho o nueve de la mañana para poder vender el pescado en los mercados. A veces salían también a pescar al atardecer, pero en ese caso volvían a las pocas horas de haberse puesto el sol.

Los pescadores,tras el relato de mi hermana, efectivamente se dieron cuenta de inmediato el peligro que corrían. Rápidamente echaron al mar una de sus grandes barcas de vela, p ues en aquel tiempo la embarcaciones de pesca más grandes iban a vela, exactamente igual que cuando las describía Blasco Ibañez en “ Flor de mayo” su famosa novela sobre los pescadores del cabañal. Gracias a su experiencia y a su pericia en maniobrar con sus velas aunque el viento viniera de poniente,les dieron alcance y los sacaron a tierra firme. Rafael curtido por el sol del verano ya que como digo solían pasar allí los dos meses de verano, aunque se quemó la piel sus quemaduras no tuvieron demasiadas consecuencias; pero mi hermano Joaquín que no estaba acostumbrado a tomar el sol tantas horas cayó gravemente enfermo y tuvo que estar convaleciente muchos meses.
En la Playa de la Malvarrosa: Francisca Santamaria. Paquita y  Ana Navarro. Concha,Joaquin y Juan José Rodrigo Navarro
Mi hermano Joaquín que estaba estudiando derecho perdió prácticamente todo el curso escolar a causa de este accidente. Al año siguiente ya no se pudo incorporar a la facultad pues mi padre tuvo un primer infarto de miocardio, de modo que los médicos le recomendaron reducir su jornada laboral y sus preocupaciones al frente de la bodega. Mi hermano tuvo pues que hacers cargo de la tienda definitivamente y allí, al frente de la misma, ha pasado toda su vida hasta que se jubiló y mi sobrino Joaquín, de la misma manera que un día hizo él con su padre, le sucedió en la gestión de la misma.


LOS ULTIMOS AÑOS DE MIS PADRES

Contar cómo fue la muerte del abuelo

Contar como fue la muerte de la abuela.


Mi madre Francisca murió el 3 de febrero de 1976
Mi hermana Lola murió el _____
Mi hermana Paquita murió____
Mi hermana Ana murió el _______


LAS NUEVAS GENERACIONES










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